Los contagios de COVID-19 siguen aumentando en todo el mundo y Latinoamérica es una de las regiones más golpeadas por el avance del virus. Brasil, Perú, Chile y México, por ejemplo, están entre los diez países con más personas infectadas en el planeta.
Particularmente alarmante es el caso de Chile que se sitúa como el sexto país en el mundo por número de contagios de COVID-19. A la crisis sociopolítica y económica que se inició en octubre, ahora se suman los problemas que ha traído la pandemia.
Con una población de casi 19 millones de personas, la cifra de contagios en Chile sobrepasa ya las 317,000 personas. La nación andina, además, ya ha superado las 7,000 víctimas fatales.
Puntos destacados:
- 317,657 infectados y 7,024 víctimas fatales cuenta Chile hasta ahora por causa de la COVID-19.
- Chile es sexto en el ránking de los países con más infectados en el mundo.
- En estos días se debate si la población podrá acceder al 10% de su fondo de jubilación para paliar la crisis.
Luego del primer caso confirmado de coronavirus en el país el día 3 de marzo, la tasa de contagios subió rápidamente a pesar de las medidas que tomó el gobierno ese mismo mes, entre ellas el declarar estado de catástrofe y cuarentenas selectivas, sobre todo en Santiago, la capital, que es hasta ahora la zona más golpeada por el coronavirus.
Chile sumó a esta crisis sanitaria la crisis social, política y económica que vive desde octubre de 2019, cuando comenzó lo que se conoce como el “estallido social”, que se tradujo en una serie de manifestaciones y disturbios a lo largo del país motivados por la desigualdad económica y el descontento con la política, el gobierno y los privilegios de los sectores más acomodados, entre otras razones.
El país, que había recibido halagos internacionalmente en las últimas décadas por su crecimiento económico, hoy se enfrenta a uno de sus peores momentos.
“Chile cambió” era una frase que se escuchaba constantemente en las protestas y en las bocas de la población chilena desde el inicio del estallido social en octubre de 2019.
Los chilenos, dependiendo de su visión respecto a lo que estaba sucediendo en el país, veían ese cambio ya sea con temor o con esperanza. Lo que nadie esperaba, por supuesto, era la llegada en marzo de la pandemia de coronavirus y todas sus consecuencias, las que vinieron a agravar la ya precaria situación económica, política, social y sanitaria del país.
¿Más muertos de los que se reportan?
Las altas cifras de infectados que el país muestra han sido puestas en duda por quienes creen que el gobierno del empresario Sebastián Piñera ha intentado maquillar los números para sostener una aprobación a su gestión de parte de la población, que se encuentra en sus mínimos históricos.
Muchos expertos coinciden en que los casos son más de los reportados, a pesar de ser Chile una de las naciones que más pruebas de detección de COVID-19 realiza por número de habitantes en todo Sudamérica.
A pesar de las medidas sanitarias extraordinarias, los toques de queda y las largas y estrictas cuarentenas, que, por ejemplo, en algunas zonas de Santiago ya sobrepasan los 100 días, el país no ha logrado aplanar la curva de contagios hasta ahora.
El nuevo ministro de salud, Enrique Paris, reemplazante del cuestionado Jaime Mañalich, ha hablado públicamente de una leve mejoría en los últimos días. Estas declaraciones se emiten con suma precaución, en cualquier caso, pues uno de los errores que se le achacan al gobierno en su manejo de la pandemia fue la de hablar precipitadamente de mejorías y de una nueva normalidad, cuando Chile ni siquiera entraba en la fase crítica de contagios, tal como se halla ahora.
La enfermera de urgencias chilena, Helga Pereira, por ejemplo, considera que existe una leve baja de casos, pero que al mismo tiempo ha aumentado la gravedad de los mismos. Por eso ella piensa que todavía la situación es crítica.
"Desde el punto de vista sanitario, nosotros lo vemos efectivamente con una pequeña tendencia a bajar en el número de casos. En el número de consultas en el sistema. Pero, si bien ha bajado el número de consultas, hemos aumentado la complejidad de los pacientes que están llegando a consultar", dice Helga.
La enfermera también apunta que debido a las cuarentenas, las personas esperan más tiempo para consultar por sus casos hasta cuando estos se han vuelto más complicados. Y agrega también que en el sistema público de salud todavía se ve una afluencia alta de personas y que la mayoría de los hospitales han tenido que transformar el uso de camas a cuidados intermedios o intensivos.
La enfermera de urgencias cree que Chile ha fracasado en su lucha contra el virus principalmente porque los mensajes de la autoridad han sido equívocos y blandos.
"Yo creo que la autoridad dio mensajes en direcciones equivocadas cuando era el minuto de quedarse encerrados 100 por ciento y que lo elemental era lo elemental, y no mentir para decir que hay trabajos que son elementales en tiempos de pandemia", afirma Helga Pereira.
Residents watch as city workers deliver boxes of food, during a mandatory quarantine ordered by the government amid the coronavirus pandemic in Santiago, Chile. Source: AP
La economía del país estrella de la región está tullida
La crisis sanitaria y general ha golpeado duramente al país, sobre todo a los sectores económicos más vulnerables.
El gobierno, en su intento de ayudar a paliar la situación de escasez que viven algunas familias, en el mes de junio comenzó a distribuir más de 2,5 millones de cajas de alimentos.
A esta medida sumó la posibilidad de que las personas pudieran retirar fondos del seguro de desempleo, mientras que intentó evitar la subida de la cesantía evitando el despido masivo de personas a través de una suspensión temporal de sus trabajos.
El gobierno también otorgó también créditos blandos con bajas tasas de interés, las que se regulan por el mercado según el precio de la Unidad de Fomento chilena (U.F.) y repartió bonos en dinero para las familias de escasos recursos.
Estas medidas no han sido suficientes para detener el creciente descontento de la población, de los partidos opositores de izquierda e incluso de algunos aliados del mismo gobierno, que ven que la popularidad del presidente Piñera no aumenta y comienzan a desmarcarse de él.
En este contexto se discute hoy en Chile una de las medidas más polémicas de este período de crisis. La posibilidad de retirar un 10 por ciento de los fondos de pensiones, o AFP como se conocen en Chile, para aquellas personas que no cuentan con suficientes recursos para afrontar los meses que quedan de pandemia y restricciones.
Esta idea ha encontrado tanto críticas como apoyos en los diferentes partidos políticos, que de todas maneras aprobaron legislar sobre la iniciativa la semana pasada.
Por una parte, los detractores, en su mayoría de partidos de la derecha neoliberal, dicen que el retiro de fondos creará un agujero en el sistema de pensiones, incluso perjudicando a quienes no retiren su porcentaje de la jubilación. Por otro lado, aquellos que apoyan la iniciativa, en donde destacan los partidos de oposición, consideran que es una medida urgente para paliar el hambre que muchas familias viven en estos momentos.
La tasa de desempleo en Chile es la más elevada desde hace una década, alcanzando 11.2% en el trimestre de marzo a mayo de 2019, pero se espera que estas cifras aumenten en el próximo trimestre debido a la pérdida continua de empleos y la quiebra de empresas.
Un futuro sin esperanzas
Trabajadores de todos los ámbitos y sectores se han visto afectados por la crisis que vive el país, y muchos de ellos no ven con optimismo el futuro inmediato.
Claudio Aguilera, por ejemplo, es un trabajador bancario que quedó desempleado en la primera etapa de la pandemia en Chile. Él cree que el gobierno no tiene políticas claras y orientadas para superar este duro momento:
"Hemos visto que el gobierno se ve desorientado en cómo resolver los problemas. Y eso a mí, personalmente, me tiene un poco asustado porque no veo que haya una política correcta, orientada, que tenga un fin definido, sino que solo estamos apagando incendios", dice Claudio.
El empleado bancario agrega que en su nación se mira frecuentemente a los países económicamente más ricos para buscar respuestas, con lo que se pierde el tono de la realidad que significa vivir en Latinoamérica y en Chile.
Para él Chile es un país pobre y en vías de desarrollo.El ánimo general de la población es bajo y reina el pesimismo. Las largas cuarentenas y los pocos éxitos en la lucha contra el coronavirus han minado también la salud mental y emocional de la población.
Health workers take part in a processional tribute for their colleague Patricia Duran, 42, who died due to COVID-19 complications according to her husband Source: AP
Esto ha sucedido por ejemplo con Ivonne, una profesora de inglés, que a pesar de seguir manteniendo su trabajo, siente que todas estas circunstancias extraordinarias le han deteriorado su salud mental.
"Emocionalmente a mí me ha afectado bastante", dice Ivonne, más que nada porque no ha podido ver a su familia desde marzo debido a las precauciones que ella misma toma para evitar los contagios.
Ivonne dice que ha tenido problemas de estrés e insomnio por causa de la pandemia, pero también por las largas rutinas de teletrabajo que ahora debe desarrollar para seguir ofreciendo sus clases.
La profesora de inglés cree que se viene un escenario aún más complejo para Chile, porque el confinamiento durará todavía un tiempo largo, y con la economía desmoronándose, las personas están en una situación de crisis.
"La gente no tiene que comer, dependen del trabajo diario, y solo las comunas más acomodadas tiene un gran porcentaje que puede teletrabajar, pero el resto necesita salir a la calle. Entonces yo creo que esa es la razón principal de porqué las medidas de confinamiento no han bajado tanto los contagios como se espera", comenta.
Los chilenos, como otras personas en el mundo, también han cambiado sus rutinas y costumbres debido a la precaución ante los contagios y las nuevas modalidades de teletrabajo.
Juan Maturana es profesor de diseño gráfico, y para él, por ejemplo, su rutina ha cambiado al tener que hacer clases virtuales, a las que se han tenido que acomodar tanto él como sus propios alumnos. Aunque comenta que no todos pueden adaptarse de la mejor manera ese nuevo desafío por los mismos problemas que ha traído la pandemia.
"Yo trabajo en una institución que pertenece a un segmento bien vulnerable y hay chicos que han tenido que dejar de estudiar o han marginado mucho sus estudios para apoyar a sus familias que se han visto muy afectadas. Padres que han perdido el trabajo y son los mismos alumnos han tenido que salir a trabajar para ayudarlos", dice Juan.
El profesor chileno recalca que además un número importante de alumnos no tienen los recursos para seguir las clases virtuales, pues no cuentan ni con computadoras ni con internet, y las instituciones no se hacen cargo de eso.
El profesor también cree que el gobierno ha tomado decisiones erráticas y no ha podido proyectar medidas claras.
"Se ve una constante improvisación. Se oculta mucha información también. No están siendo honestos con las coberturas y el impacto que ha tenido esto en la sociedad. Y eso también a la gente le da más inseguridad y más desconfianza de la que ya existía con lo que pasó en octubre con el estallido social".
Juan agrega que estas crisis, la que comenzó con el estallido social y la asociada al coronavirus, han dejado en evidencia la desigualdad que existe en Chile, "hace mucho tiempo que uno no veía tan patente el hambre que tiene la gente".
Chile pasa este invierno entre la incertidumbre, el temor y la esperanza de que estos sean los meses en que la tasa de contagios llegue a su meseta y comience a decaer paulatinamente, tal como prevén las autoridades.
Las consecuencias definitivas de esta pandemia solo se conocerán con los años.
En lo que en muchos chilenos están seguramente de acuerdo, es que estos diez meses desde el estallido social han sido los más agitados y convulsos de los últimos tiempos. Y por eso ya casi nadie duda de que Chile definitivamente cambió.
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