Gracias a la pandemia… recuperamos el tiempo perdido

Father and daughter Isadora and Raúl

Father and daughter Isadora and Raúl Source: Supplied

A Raúl e Isadora, padre e hija, la pandemia les devolvió un momento que creían perdido para siempre y, por un instante, pudieron volver el tiempo atrás y saldar cuentas con su pasado.


Para Raúl Torres Olea andar en bicicleta no solo tiene que ver con aprender a pedalear. Para él, andar en bicicleta está ligado a un sentimiento de independencia, equilibrio y libertad, cosas de las que siempre quiso hablar con Isadora Torres, su hija mayor. Sin embargo, tuvo que esperar casi 20 años para ver a su hija alejarse pedaleando en perfecto equilibrio. 

El anhelado momento se los regaló la pandemia. Cuando todo se detuvo y todos tuvieron que quedarse en casa, esta familia chilena asentada en la ciudad de Perth, logró arrebatarle al tiempo un momento que creían perdido para siempre.

Enseñarle a andar en bicicleta a Isadora es una actividad que Raúl siempre añoró cuando ella estaba pequeña.
Raul taught Isadora how to ride a bike.
Isadora aprendiendo a andar en bicicleta al lado de su padre, Raúl. Source: Supplied
Raúl se convirtió en padre a muy temprana edad. Antes de cumplir 25 años ya había visto nacer a Isadora y a Joaquín, en su natal Chile.

En aquel entonces este joven padre trabajaba como técnico en el sector de la exploración minera. 

Sin embargo, el tiempo para compartir la niñez de sus hijos se diluyó muy pronto. Primero, debido a las largas jornadas de trabajo de Raúl en las minas. Más tarde, la separación de los padres de Isadora y Joaquín, terminaría por reducir aún más los momentos de convivencia.
Isadora and her father Raul when she was a baby.
Isadora de pequeña junto a su padre. Source: Supplied
El tiempo pasó y los hijos crecieron. Raúl se volvió a casar y en 2017 se mudó con su nueva familia a Australia. Tiempo después vinieron a visitarlo Isadora y Joaquín, quien solo se quedó unos meses.

La experiencia de vivir en otro país, hablar otro idioma y la oportunidad de estar un rato más cerca de su padre convenció a Isadora de alargar su estancia en Australia.

Sin embargo, a pesar de vivir en la misma ciudad, Isadora y Raúl se veían poco. La vida de estudiante internacional mantenía muy ocupada a Isadora con sus cursos de inglés, y después con sus estudios de trabajo social, además de sus trabajos casuales.  

Pero la dinámica de esta familia chilena asentada en Australia Occidental cambió cuando las autoridades de ese estado decretaron un confinamiento que se alargó por varios días.

La familia Torres pasó algunas semanas encerrada en casa, esperando a que las restricciones impuestas por la pandemia fueran revocadas.
Raúl e Isadora Torres.
Raúl e Isadora Torres. Source: Supplied
Pasar junto a su padre tantas horas era un escenario totalmente desconocido para Isadora.

“Empezamos a conocernos realmente cómo éramos, qué nos gustaba y qué no nos gustaba. Fue como algo que nos debía la vida, algo que teníamos que hacer en algún momento; pero claro, como uno vive la vida tan loco y sin parar, no había nunca espacio. Hasta que llegó la pandemia”, describe Isadora. 

Por primera vez en muchos años Isadora y Raúl tenían la oportunidad de conocerse, de reconectar. 

Para Raúl el momento más palpable de esa felicidad fue cuando Isa -como cariñosamente la llama- se animó a aprender a andar en bicicleta.
Esta cosa tan negativa como es una pandemia nos ayudó como familia… Empezamos a ver qué era lo que no teníamos, qué podíamos hacer. Y no acordamos de que Isa no sabía andar en bicicleta.
“Yo siempre le decía que andar en bicicleta era como nadar, como nadar en la tierra. Era una sensación de libertad, de independencia y control… Entonces comenzamos a practicar con una bicicleta vieja, pero que servía”, comenta Raúl.

Isadora recuerda ese momento donde muchas emociones estaban a flor de piel; era un acercamiento con su padre que había tardado más de 20 años.

Ahora, finalmente estaban juntos, compartiendo un momento único.

Si bien afuera todo era confusión y caos; adentro, tras la puerta de su casa, esta situación también le estaba dando a Isadora la oportunidad de volver a ser niña.
Fue un momento súper especial para los dos porque sentí esa protección, ese volver a ser niña por un segundo. Y cuando pude andar en bicicleta fue una felicidad súper grande.
“Y más allá de andar en bicicleta, fue poder concretar algo que no pudimos concretar cuando yo era chica y lo estábamos haciendo ahora. Fue bastante lindo y emocionante. Fue como la apertura para que nosotros pudiéramos unirnos mucho más como papá e hija”.

Presiona en la imagen principal para escuchar la historia completa con las voces de sus protagonistas. 

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