Francisca Caballero dejó Chile en diciembre de 2019, junto con su hijo Antar, para visitar por unos meses a su hermana que vive en Australia. Poco después se les unió Sebastian, la pareja de Francisca. La idea era pasar seis meses visitando esta parte del mundo, pero las vacaciones se alargaron por más de dos años debido a la pandemia.
“Nosotros veníamos de vacaciones y la vida nos presentó una vuelta. Y en vez de salirnos de la ruta y tratar de volver de alguna manera, dijimos: bueno, nos acomodamos, veamos qué podemos hacer. Y muchas cosas también nos jugaron a favor”, cuenta Sebastian Araya, quien también es chileno.
Durante los más de dos años que duró su aventura estos viajeros vivieron en una casa prestada. Un australiano generosamente les permitió vivir gratis en el segundo piso de su casa. Un lugar que los chilenos lograron convertir en un hogar al que llenaron de buenos recuerdos.Pero no todo fue tan fácil. Francisca y Sebastian tuvieron que trabajar duro y tratar de todas las maneras posibles de darle estabilidad a Antar, quien llegó a Australia de seis años.
Navidad en Australia, 2021. Source: Supplied
A eso hay que sumarle el factor de que Francisca y Sebastian apenas llevaban seis meses saliendo juntos cuando decidieron emprender este viaje. Y así, casi sin conocerse, tuvieron que hacer equipo para hacerle frente a una pandemia en un país que no era el suyo.
Nunca pensamos que era una pandemia". Confiesa Sebastian, "dijimos: serán tres meses, en tres meses se solucionará todo. Nunca pensamos que esto se extendería.
Cuando Francisca se dio cuenta que no podrían regresar por algún tiempo a Chile, lo primero que hizo fue buscar una escuela para Antar, quien con sus escasos seis añitos, tuvo que hacer frente a un universo desconocido. Para empezar había que superar la barrera del idioma, pues él no hablaba inglés.
“Yo no hablaba inglés. Después empecé a ver a otras personas hablar inglés y ahí empecé a hablar inglés. Y seguí practicando y ahora hablo mejor que estos dos”, dice Antar refiriéndose a su mamá y a Sebastian, quienes estallan en risas.
Mientras Antar se adaptaba a su nueva escuela, nuevo idioma y nuevos amigos. Francisca y Sebastian salieron a buscar trabajo, pues con visa de turista debían pagar más de 4 mil dólares por trimestre para mantener al pequeño en la escuela.
Durante los siguientes meses Francisca y Sebastian trabajaron haciendo jardinería y limpiando casas. Pero el calor agotador de Townsville y los encuentros con arañas, víboras y hormigas verdes convencieron a Francisca que era mejor buscar otro empleo.
Semanas después la chilena encontró trabajo como limpiadora en la sección de los dormitorios de los estudiantes de la Universidad James Cook. Un trabajo que la convirtió en trabajadora esencial y le dio la oportunidad de solicitar la visa COVID para ella y para sus acompañantes. Y bajo esta nueva visa Antar ahora ya podía ir a la escuela de manera gratuita.
La vida para esta familia siguió así por algunos meses más. Francisca limpiando la universidad y Sebastian en la jardinería. Ambos estaban muy cansados y apenas si salían con los gastos.
Lo que sí se había multiplicado eran las amistades. Francisca, Sebastian y Antar, tenían una vida social muy activa y constantemente organizaban reuniones.
Fueron dos años de aventuras por el norte de Queensland que incluyeron campamentos con amigos, fiestas, celebraciones de cumpleaños, un par de navidades y festejos de Año Nuevo, unas vacaciones realmente inolvidables.
Francisca asegura que la pandemia y Australia le dieron la oportunidad de crear una familia.
“Nosotros no planeábamos vivir juntos, no estaba en los planes tan rápido. Y encontrarnos los tres, empezar a crear una dinámica familiar distinta, un apoyo infinito que yo no conocía. Yo creo que lo mejor que me ha dejado la pandemia es eso, empezar mi familia nuevamente”.
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