La esperanza es que este paquete de estímulo económico sea capaz de mantener “a los australianos en sus puestos de trabajo, a las empresas en sus negocios y para que la economía pueda volver a impulsarse, junto al presupuesto”, dijo el primer ministro australiano, Scott Morrison, durante su anuncio en Camberra, flanqueado por el ministro para el Tesoro, Josh Frydenberg.
“Es una crisis de salud, pero es una crisis sanitaria con un impacto significativo económico”, señaló Morrison.
Por su parte, Frydenberg aclaró que del total del paquete ($17.600 millones), unos $11.000 millones estarán disponibles antes del 30 de junio de este año fiscal.
Asimismo, explicó que este paquete se suma a los $2.400 millones de dólares destinados para la sanidad anunciado el martes pasado.
El gobierno de coalición liberal-nacional quiere que este paquete sea temporal y que pueda impulsar la economía, y no que suponga un gran cambio estructural al presupuesto.
Se prevee que el impacto del COVID-19 sea mucho más desolador para Australia que la Crisis Financiera Mundial de 2018.
En ese entonces, el primer ministro laborista, Kevin Rudd, y su ministro para el Tesoro, Wayne Swan, lograron evitar que Australia entrara en una recesión con dos paquetes de estímulo económico, el primero de los cuales fue apoyado por los liberales, pero el segundo fuertemente criticado.
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