El año pasado, el cierre de Sídney por COVID-19 se describió como "una historia de dos ciudades".
Los habitantes del oeste de Sídney tuvieron que vivir bajo un duro conjunto de restricciones, incluido un toque de queda nocturno.
Mientras que los residentes de los acomodados suburbios del este de la ciudad abarrotaban la playa de Bondi.
En un momento dado, Melbourne adquirió notoriedad mundial como la ciudad más confinada del mundo.
Ahora, una revisión independiente, financiada por tres grupos filantrópicos, ha confirmado lo que algunos temían: que los confinamientos y el cierre de fronteras se utilizaron en exceso.
El presidente de la investigación, el profesor Peter Shergold, afirma que las personas desfavorecidas sufrieron cuando no era necesario.
La revisión determinó que la normativa gubernamental y su aplicación iban más allá de lo necesario para controlar la propagación del virus.
Shergold, ha recomendado que las políticas se diseñen teniendo en cuenta las desigualdades existentes.
Entrevistado: Dr. Diego Silva, académico y profesor de Bioética en la Universidad de Sydney.