Puntos destacados:
- Las “Martas” venían con un contrato para trabajar por dos años como empleadas domésticas a un país que les habían promocionado como maravilloso.
- Las primeras “novias” aterrizaron en Melbourne el viernes 11 de marzo de 1960.
- Para Australia, la migración era cuestión de supervivencia en los años de la década de los 60. La política de mediados de siglo 20 se resumía en el lema: “poblar o morir” (“populate or perish”, en inglés).
Una mezcla de emoción, nostalgia, cuchicheo, rezos y nervios atiborraron la cabina del avión durante la travesía. Era la primavera de 1960, cuando 92 mujeres españolas y griegas decidieron montarse por primera vez en uno de esos “aparatos voladores”, rumbo a la aventura que les cambiaría la vida: un nuevo comienzo en Australia, lejos de la pobreza de la Europa de la postguerra y el fascismo dictatorial de la España de Franco.
Las pasajeras abordo eran las primeras “Martas”. Ellas viajaban bajo un acuerdo migratorio entre los gobiernos de Australia y España, auspiciado por la Iglesia Católica, llamado Plan Marta, que comenzó en 1960 y finalizó en 1963.
Las “Martas” venían con un contrato para trabajar por dos años como empleadas domésticas a un país que les habían promocionado como maravilloso; en el que supuestamente iban a cobrar en una semana lo que ganaban en un mes en sus países de origen.
Lo que ignoraban es que la nave donde viajaban era apodado “el avión de las novias”, ya que la intención real del plan era casarlas con sus compatriotas migrantes, para que formaran familia en Australia y ayudaran a poblar al país antípoda.
Source: Supplied by Natalia Ortiz
Las novias incautas
Las primeras “novias” aterrizaron en Melbourne el viernes 11 de marzo de 1960.
Australia se construía e industrializaba bajo el segundo gobierno del Primer Ministro liberal, Robert Menzies, quien impulsó una política de migración asistida para poblar al país con jornaleros extranjeros.
Para Australia, la migración era cuestión de supervivencia en los años de la década de los 60. La política de mediados de siglo 20 se resumía en el lema: “poblar o morir” (“populate or perish”, en inglés).
Un artículo publicado en la época cuenta que el entonces Ministro de Inmigración, Alexander Downes, les dio la bienvenida a las “Martas” en una ceremonia breve “con cantos y bailes” realizados por unos cien inmigrantes griegos y españoles que habían recorrido unos 1.600 kilómetros para recibirlas.
Pero para Mari Paz Moreno, una de las primeras “Martas” que viajaba en el avión de las novias, el recibimiento oficial fue breve e impersonal. Ella cuenta a SBS Spanish que sintió que las trataron “como ovejitas”.
“Camina, camina”, indicaban los funcionarios. Al llegar, las chicas fueron separadas y divididas entre las familias y las misiones católicas a las cuales habían sido asignadas.
“Ellas no sabían que se llamaba ‘el avión de las novias (…) y los hombres tenían otras intenciones’”, explica a SBS Spanish la investigadora y académica española-australiana, Natalia Ortiz, al referirse al Plan Marta.
Para ese entonces, Australia ya contaba con un número importante de inmigrantes europeos, en su mayoría hombres solteros, que había llegado previamente con un contrato de dos años para trabajar, bajo diversas iniciativas migratorias conocidas como la “Operación Canguro” (1958), “Eucalipto” (1959) y “Emu” (1960), entre otras.
La mayoría de ellos vivía en zonas remotas de Queensland, trabajando de sol a sol cortando la caña, y viviendo en campamentos sin familia.
La llegada de las “Martas” suponía la posibilidad de relacionarse con mujeres de su propia cultura, establecer una relación sentimental, y con suerte, formar familia.
A pesar de que no se trataba de matrimonios forzados, la condiciones con las cuales llegaban las "Martas" le dejaban a éstas mujeres pocas opciones.
CONTENIDO RELACIONADO:
La inmigración regional española a Australia hace sesenta años
El sueño de las “Marta”
La mayoría de las aproximadamente 700 mujeres que llegaron a Australia bajo el Plan Marta en 13 vuelos distintos, nunca había salido de España, viajado fuera de su ciudad o pueblo. Algunas ni siquiera habían escuchado hablar del país que sería su destino.
Sin embargo, muchas ya se desempeñaban como empleadas domésticas en España desde temprana edad.
Algunas de ellas tuvieron que “pedir permiso al señor de la casa para emigrar, después al cura y a los padres”, relata Natalia Ortiz, al comentar que en aquellos años del franquismo (1939-75) existía “un ranking de poder de los hombres” en España, donde el ideal era que las mujeres fueran buenas patriotas, buenas cristianas, esposas dóciles y sumisas, y buenas madres.
Las mujeres que emigraron a Australia soñaban con trabajar, independizarse y quizá ahorrar para comprarse una casa en España.
“Uno sacaba en una semana lo que se ganaba (en el país de origen) en un mes”, recuerda Mari Paz Moreno, quién trabajaba como correctora en Europa Press en España antes de migrar a Australia.
La historia de las "Martas", las españolas que llegaron a Australia con contratos de trabajo hace más de sesenta años llega al cine de la mano de Natalia Ortiz. Source: Supplied by Natalia Ortiz
“(Ellos dijeron) que con el tiempo podíamos aprender inglés con facilidad y trabajar en trabajos de nuestro gusto y nuestro conocimiento”, comenta Mari Paz, al contrastar que la realidad que vivieron al llegar fue totalmente distinta.
“Nos pusieron el país como una maravilla, y en parte lo era, pero desgraciadamente no lo conocimos en principio, fue todo lo contrario”.
La realidad australiana contrastaba con su motivación de emigrar y su sed de aventura, que según Mari Paz, estaba cimentada en lo que el escritor italiano Eduardo Sanguinetti calificó como la “nostalgia del futuro”.
“Cuando una persona va a buscar el futuro antes de que el futuro la venga a buscar a ella”, explica.
Mari Paz cuenta que en Australia se encontró con un país donde no podía salir ni a socializar.
Tú no sabías qué hacer, no se podía salir de noche, no había iluminación, no podías tomar un café.
El manual de la buena criada: La preparación de las “Martas”
Las primeras “Martas” llegaron a Australia con poca preparación. Las más afortunadas llegaron a participar en sesiones de orientación en España, dictadas por monjas que nunca habían salido de su país. Las expectativas de las chicas y sus empleadores distaban de la realidad cotidiana, lo que ocasionó múltiples quejas y deserciones.
Con el tiempo, las autoridades decidieron limar las asperezas con la entrega del “Manual de la Servidora Doméstica”, según explica Natalia Ortiz.
El texto guía contenía indicaciones de cómo eran los horarios de los hogares, de cómo dirigirse adecuadamente a los patrones, entre otros detalles. El manual se iba modificando de acuerdo a las experiencias de choque cultural entre las inmigrantes y sus empleadores.
“Se iba aprendiendo de los errores, de las quejas que presentaban las chicas, o bien las familias de acogida que se quejaban que las chicas no se quedaban el tiempo estipulado”, relata Ortiz.
Ortiz explica que el trato a los hombres que llegaban bajo el Plan Canguro o Emu era completamente distinto al que recibieron las mujeres, ya que éstos recibían textos como “Let’s talk English” o un “manual del Inmigrante”, que contenía información más profunda y abundante.
Source: Supplied by Natalia Ortiz
El "mal de Australia"
Según cuenta Mari Paz, las “Martas” en aquella época vivían sometidas a sus familias de acogida, en unas ciudades en las que, a diferencia de España, eran oscuras y desiertas de noche, sin actividades sociales.
Desarraigadas, estas mujeres sintieron el gran golpe de la soledad y el aislamiento, de ser diferentes lingüística y culturalmente. No estaba el abrazo de la madre ni de la abuela, el cotilleo con las amigas, el domingo familiar, ni la fiesta del pueblo. Todo se reducía al trabajo duro en una casa extraña.
“Perdías la identidad totalmente ya no eras la hija de Don Mariano”, relata Mari Paz, quién recuerda como mucho australianos se sorprendían al ver su cabello oscuro.
Te llamaban de forma ofensiva, ‘wog’, y había una xenofobia que chorreaba por las paredes.
En una era sin telefonía asequible ni redes sociales, la soledad era brutal. Se llamaba a casa pocas veces al año o en caso de emergencia extrema, porque el costo de las llamadas internacionales era prohibitivo. Pagar un viaje anual a España era impensable.
El dolor era tal, que tenía nombre y apellido: “se conocía como ‘el mal de Australia’”, relata Natalia Ortiz.
“Incluso hubo una mujer que tuvieron que repatriar porque no pudo superar la depresión”.
Ortiz, quién ha entrevistado a decenas de “Martas” y sus familiares en Australia y España, explica que muchas “Martas” sufrieron un gran impacto emocional, incluso a partir del viaje.
“Una Marta contó que desde que despegó el avión rezó para que se cayera”, cuenta Ortiz.
“Otra Marta supuestamente deliró al cruzar la línea del Ecuador”.
Ortiz explica que muchas “Martas” sufrieron de sentimientos de culpa por haber dejado atrás a sus familias, por lo que algunas tuvieron que hacer de tripas corazón y “bloquear sus sentimientos”, especialmente frente a la falta de comunicación y empatía que encontraron en la sociedad australiana de entonces.
“La comunidad italiana fue su salvación, y muchas, como Mari Paz, se casaron con inmigrantes italianos”.
Source: Supplied by Natalia Ortiz
Los domingos de ir a misa y llorar
En un país en que se veía mal que las mujeres salieran solas, la misa dominical, más que un acto de fe, se convirtió en el espacio de socialización. Algunas mujeres incluso repetían sesiones sólo para gozar de un rato más de la felicidad que daba el encontrarse con alguien afín.
“Nos reuníamos en la catedral de Santa María del centro los domingos y luego a llorar una hora. Era el mejor día de nuestra vida en Australia”, recuerda Mari Paz, quien cuenta que el sacerdote de una de las iglesias tenía un español limitado, por lo que no podía darles consuelo.
“En Elizabeth Street el padre hablaba tres palabras en español. Te decía: ‘muy bien, muy bien, paciencia, sí entiendo muy bien’, y te ibas a tu casa”.
Source: Supplied by Natalia Ortiz
Las madres solteras que dejaron a sus hijos en España
Las condiciones indispensables para viajar a Australia como “Marta” incluían ser joven, guapa y soltera. Sin embargo, algunas de las “Martas” eran madres solteras.
Era un estatus que “bajo Franco era impensable”, dice Natalia Ortiz, quien contó a SBS Spanish sobre dos casos de mujeres que dejaron sus hijos en orfanatos en España.
Ortiz conoció la historia de una de ellas, ya fallecida, por su hijo, quien vivió en un orfanato hasta los tres años de edad. Su madre emigró como “Marta” y lo “mandó a pedir” luego de establecerse en el país. El niño viajó sólo, con la supervisión de las azafatas.
Cuando este niño, ya de diez años, y su madre, regresaron a España de viaje, la mujer no quería regresar a Australia.
“La familia le dijo: ‘tienes que regresar, tienes un marido, una hija que ha nacido allí’, y la madre sufrió una depresión horrorosa”, cuenta Ortiz.
De grande, el niño decidió ser asistente de vuelo de Qantas para poder llevar a su madre todos los años a España.
“Otra mujer que entrevisté en Melbourne dejó a su hija (en España). No la reclamó hasta cuando tenía diez años, y ya estaba casada y tenía otra hija”, comenta Natalia Ortiz.
A pesar de lo “bonito” de las reuniones familiares en Australia, Ortiz considera que los procesos fueron muy “duros”.
Sesenta años después de este capítulo de la inmigración española en Australia, Ortiz intenta documentar y preservar lo poco que queda de esta travesía realizada por estas mujeres, con el fin de publicar un libro.
Entre las decenas de “Martas” y familiares que Ortiz ha entrevistado en Sídney, Melbourne y España, se encuentran casos de lucha, perseverancia y éxito.
La labor de documentación ha sido especialmente ardua, ya que no existe la misma cantidad de récords oficiales sobre el Plan Marta, comparativamente con los planes migratorios de los hombres.
El 14 de febrero de 2020 se realizó en Sídney un simposio conmemorativo de los 60 años de la llegada del “avión de las novias” , una investigación que contó con el apoyo del departamento de estudios españoles y latinoamericanos (Spanish and Latin American studies department) de la UNSW, así como del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social de España.
El evento contó con la asistencia y participación de varias “Martas”, quienes contaron al público sus experiencias.