“Me siento inútil porque nadie nos ayuda. Nadie ve nuestro sufrimiento. Mi madre está muy enferma y me hermano está totalmente deprimida”, dijo Ali en una serie de vídeos filmados en la tienda de campaña que comparte con su madre y que fueron divulgados por la edición australiana de The Guardian.
El pedido de Ali, quien muestra signos de depresión, han reavivado las preocupaciones por los problemas de salud mental que afrontan los menores solicitantes de asilo y refugiados detenidos en Nauru y que se cree que alcanzan niveles epidémicos críticos.
El pequeño ruega por su madre, la solicitante de asilo iraní Fazileh M., quien padece de problemas ginecológicos que le han causado incontinencia por más de tres años. Sus médicos han recomendado su traslado a Australia en febrero de 2017, pero hasta ahora sigue sin recibir tratamiento.
Además de su enfermedad, Falizeh tiene depresión aguda y ha intentado suicidarse en varias oportunidades.
Un informe médico indica que su “angustia, gritos, conducta descontrolada y el golpearse la cabeza contra la pared han obligado al personal de Wilson a refrenarla por su seguridad y la de otros”, según la fuente.
La mujer ha sido transferida a Australia en 2015 y a Port Moresby (Papúa Nueva Guinea) en 2016 pero su caso no ha recibido seguimiento o no ha sido aprobado por la Fuerza de Control de fronteras Australiana (ABF, siglas en inglés), de acuerdo a su historial médico que remarca que su condición mental se debe a la reclusión en Nauru.
Con el recrudecimiento de su situación, los médicos pidieron en febrero pasado su traslado, pero la ABF ofreció llevarla de regreso a Irán como una forma de ayuda a pesar de que su pedido para obtener el estatus de refugiada se encuentra en manos del sistema judicial de Nauru.
Asimismo en marzo pasado la ABF aprobó el traslado de la mujer a Taiwán junto a su pequeño hijo, pero después canceló la orden aparentemente porque los médicos estaban ocupados.
Su hijo más pequeño, quien cumplió 12 años esta semana, dijo desde su tienda de campaña infectada de hongos que la detención indefinida de su madre ha dañado a su familia.
“Desde que tengo siete años, cuando vine, estoy atrapado. Tengo muchos sueños, pero ellos han desaparecido. Quería ser una persona importante, pero ahora soy nada, peor que nada”, lamentó el pequeño.
Una portavoz de la filial en Camberra de la agencia de la ONU para los refugiados, Catherine Stubberfield, dijo que la Acnur se opone desde hace mucho tiempo al proceso de tramitación de solicitudes de asilo en terceros países por considerarlo inapropiado, especialmente para los niños.
“El daños causado durante cuatro años en condiciones punitivas y difíciles han causado un enorme daño, que ha sido confirmado por expertos, desde psiquiatras y pediatras, hasta el jefe médico del gobierno. Un aumento del deterioro de la salud mental es predecible, pero puede prevenirse”, precisó la representante de la Acnur en Camberra al diario The Guardian.
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