En estos tiempo tan inciertos de reglas y nuevas realidades contra el COVID-19, los niños son los grandes olvidados. Los menores que todavía no son elegibles para recibir la vacuna, continúan recibiendo clases online con las excepción de aquellos cuyos padres tienen un permiso como trabajador esencial.
Los bebés son los que más rápido se han adaptado al cambio. Victoria Sánchez, educadora en un centro de child care de Melbourne nos relata sorprendida que saben que lo primero que hay que hacer al llegar al centro es tomarse la temperatura y "rápidamente ponen la cabecita". También entre sus rutinas de juegos con muñecos "colocan a menudo las mascarillas a sus peluches" porque saben de su importancia para estar a salvo, asegura la profesional.
En el caso de los preadolescentes, la cosa cambia. Romina, mamá de Micaela de 9 años, asegura que su hija vive en una constante montaña rusa de emociones y altibajos en los que hay días que está triste, otros no quiere realizar sus tareas, otros en cambio está contenta. Especialmente la pequeña está sensible y afronta como puede las clases online.
Romina asegura que lidiar con una hija tan activa, acostumbrada a realizar actividades extraescolares, a ver a sus amigos de forma constante y no parar, está siendo todo un reto para unos padres que trabajan a tiempo completo.
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