Washington quiere juzgar al fundador de la web de filtraciones WikiLeaks por la publicación a partir de 2010 de unos 700.000 documentos diplomáticos y militares secretos, relacionados principalmente con las guerras dirigidas por Estados Unidos en Afganistán e Irak.
En primera instancia, la jueza Vanessa Baraitser bloqueó la extradición en enero, al considerar que Assange, de frágil salud mental, podía cometer suicidio si era entregado al sistema judicial de Estados Unidos.
Pero los abogados de Washington apelaron la decisión y en octubre argumentaron que Baraitser no había dado suficiente importancia a otros testimonios de expertos sobre su estado psicológico.
Y garantizaron que no se mantendría al australiano, de 50 años, en aislamiento punitivo en una prisión federal de máxima seguridad, y que recibiría un tratamiento médico adecuado.
Este viernes, el tribunal de apelaciones de Londres les dio la razón, anulando la sentencia previa, por considerar que "Estados Unidos ha proporcionado ahora al Reino Unido un paquete de garantías" y subrayando que Washington accedería a trasladarlo a Australia si es condenado.
Ordenó así que, sin más exámenes, el caso sea enviado al ministerio del Interior, quien tiene la última palabra sobre toda extradición.
Sin embargo, esta larga batalla legal no terminará aquí: los abogados de Assange anunciaron que apelarán al Tribunal Supremo británico y a cortes internacionales si es necesario.
Entrvistada: Adriana Navarro, abogada en Sydney.