El primer ministro australiano, Scott Morrison, condenó las "feas protestar racistas" en la playa St Kilda, en Melbourne, que implicó a activistas de la extrema derecha y antifacistas.
Morrison también condenó a cientos de agentes de la Policía de Victoria que vigilaron el orden público por aire, tierra y mar, el sábado, al recalcar que Australia es el país inmigrante más exitoso de Australia.
"Esto se ha logrado mediante la muestra de respeto por el otro, por nuestras leyes y el mantenimiento de políticas de inmigración sensatas. Mantengamosnos de esta manera, hace a Australia más fuerte", dijo Morrison en un tuit.
El comisionado de Discriminación Racial, Chin Tan, dijo que en Australia no hay lugar para una manifestación “aparentemente racista”, como la que se celebró el sábado en la playa St Kilda. En esta convocatoria, que terminó con la detención de varias personas, se captaron imágenes de algunos de los participantes aparentemente realizando saludos al estilo nazi.
Asimismo, el senador independiente Fraser Anning, conocido por su polémico discurso el año pasado en el que proponía prohibir la inmigración no europea en Australia y la aplicación de la “Solución final” nazi, viajó desde Queensland para participar en esta manifestación.
“Condeno con la mayor dureza posible las aparentes motivaciones aparentemente racista y con base racial detrás de la manifestación. No hay lugar para estas manifestaciones en Australia…Las actividades que apuntan a una comunicad con base en su raza o etnicidad son inaceptables y no tiene lugar en una Australia cohesionada y multicultural”, remarcó el comisionado Chin Tan.
La denominada “Reunión Política en la playa St Kilda” fue organizada por Neil Erikson, un polémico activista de la extrema derecha que el año pasado se le acercó al exsenador laborista Sam Dastyari, de origen iraní, en un pub para llamarlo “terrorista” y “mono”.
A Erikson lo secundó Blair Cotrell, otro conocido activista ultranacionalista, con el fin de “discutir” el problema del crimen juvenil y la presencia de pandillas africanas en la ciudad de Melbourne.
Tanto Cottrell como Erickson fueron condenados y multados en 2017 por un magistrado australiano por incitar al desataco, así como por ridiculizar a los musulmanes y protestar contra la construcción de una mezquita en la ciudad de Bendigo, en el estado australiano de Victoria.
“Nuestro país es atacado”, espetó Cotrell ayudado por un megáfono, tras añadir: “los africanos son 77 veces más propensos a cometer una invasión en las viviendas. No es racismo, es un hecho”.
En la manifestación también se vio a algunos participantes portando banderas australianas y Eureka, otros con capas alrededor del cuello. Asimismo se escucharon cánticos como “Aussie, Aussie, Aussie, Oi, Oi, Oi” y “levántate sin miedo”.
Las banderas Eureka, de fondo azul y con una cruz blanca con cinco estrellas en las puntas y en el centro, fueron usadas por primera vez en la rebelión de los mineros en 1854 en la ciudad de Ballarat, en Victoria, y después se convirtieron en estandartes de las protestas civiles del país y actualmente es asociada a los grupos de extrema derecha.
Las tensiones llegaron a su punto máximo cuando cientos de manifestantes de la extrema derecha, por un lado, y activistas antirracistas, se enfrentaron a gritos y en algunos casos protagonizaron refriegas aisladas.
Según el diario “The Age”, los enfrentamientos implicaron a cien activistas de la ultraderecha y 200 anti-racistas y se saldaron con la detención de al menos 3 personas.
Los activistas contra el racismo espetaban “la escoria nazi no es bienvenida”, mientras otro condujo una camioneta armada con parlantes que repetían “los sudaneses son bienvenidos, los racistas no”. Ese mensaje enfureció a los manifestantes y provocó que éstos atacaran al vehículo, rompieran los parlantes y le arrebataran el generador.
La Policía utilizó gas pimienta y balas de goma para repeler la violencia, antes de detener a los manifestantes violentos.
Los paramédicos atendieron a dos mujeres a las que les cayó gas pimienta en los ojos, según el diario The Guardian.
El alcalde de Port Phillip, Richard Gross, dijo que los puntos de vista de los nacionalistas de extrema derecha que participaron en la protesta no reflejan la cultura de St Kilda.
“No hay ambigüedad moral. No hay un equivalente moral con la gente que vino”, recalcó el alcalde al añadir que “las visiones de la extrema derecha son repugnantes. Ellos se envolvieron de forma nauseabunda con la bandera de nuestra nación e intentaron ganar legitimidad y condeno esos puntos de vista y comportamiento”.