La política de asimilación de los sucesivos gobiernos australianos que primó durante gran parte del siglo XX, cuando el país se convirtió en un Estado federado, incluía el traslado de las comunidades de las Primeras Naciones a misiones con el fin de contener a estos habitantes de zonas remotas y educarlos según los valores occidentales.
Entonces, mientras los aviones y los coches circulaban en las grandes ciudades, muchos de estos indígenas australianos seguían viviendo en el desierto o en los bosques, en contacto con la naturaleza y recorriendo el territorio que hoy en día conocemos como Australia según sus creencias y tradiciones ancestrales.
Incluso en los años ochenta, muchos de los indígenas seguían viviendo en el desierto o en los bosques sin tener contacto con el exterior y estos encuentros con la vida occidental supusieron “cambios para estos pueblos a una velocidad que no tienen paralelo”, dijo recientemente a la Prensa Extranjera en la ciudad de Adelaida, John Carty, director de Humanidades del Museo de Australia del Sur.
Puntos destacados:
- Las puertas de Yuendemu, a unos 350 kilómetros al noroeste de Alice Spring, fueron pintadas por los padres y ancianos aborígenes para arropar a sus niños en los valores tradicionales.
- Las puertas plasmaban los valores, sistema de creencias, ensueños que transmiten conocimientos astronómicos, morales, históricos, geográficos y ecológicos, entre otros.
- El activismo de los indígenas, que nació del deseo de buscan un futuro mejor para los niños aborígenes, convirtió en una de las formas artísticas más cotizadas de Australia.
La llegada a las misiones fue un gran golpe para los indígenas, así como para sus hijos que tenían que aprender, sentados en las escuelas el inglés, una lengua distinta a la que ya hablaban, así como las matemáticas y otros conocimientos ajenos a lo que les enseñaban en sus clanes, los ancianos o los ancestros.
El choque para estos niños fue brutal y se tradujo en frustración, rebeldía y la vandalización de las escuelas, pero esta situación cambió por acción de la comunidad.
“Algo extraordinario ocurrió. Los padres y los abuelos vieron lo que pasaba y pensaron que estos chicos necesitaban empoderarse, ser alfabetizados y conocer de la aritmética para tener que enfrentar la política australiana, las políticas racistas y prejuicios y todas esas cosas que necesitaban para moverse entre estos dos mundos”, comentó Carty, también profesor de antropología y miembro de la Comisión Nacional para la Unesco.
Las puertas de las escuelas de Yuendemu. Museo de Australia del Sur Source: SBS Spanish
El maravilloso cambio transformador
Ese incidente maravilloso al que se refiere Carty ocurrió a principios de la década de 1980, los hombres y mujeres de las comunidades warlpiri de Yuendumu y Lajamanu dibujaron su nación y sus ensueños, que son los elementos simbólicos esenciales para explicar su creación y su existencia.
En esa década, cinco artistas se encargaron de realizar una treintena de diseños de sueños en las puertas de la escuela de Yuendumu, una remota localidad situada en el desierto australiano y a unos 350 kilómetros al noroeste de Alice Spring.
Los diseños, que simbolizaba una nueva era de educación "bidireccional" y buscaba combatir de forma práctica el problema de los grafittis, representan más de 200 lugares del territorio Warlpiri y Anmatyerre, según el Museo de Australia del Sur, que alberga una colección de estas puertas desde el año 2011.Los diseños coloridos y vibrantes de las puertas, que pueden arrancar lágrimas de la emoción al estar delante de ellas, representan los ensueños y fueron pintadas por los “elders” o ancianos aborígenes en virtud de una invitación que les hiciera uno de los directores de la escuela de Yuendumu, Terry Davies.
Las puertas de las escuelas de Yuendemu Source: SBS Spanish
Carty sintetiza el gesto de los ancianos aborigen en la frase: “ustedes necesitan aprender todas estas cosas y nosotros vamos a envolver a la escuela con nuestro sistema de conocimientos, todos nuestras historias de ensueño, todas las cosas que aprenden normalmente lo pintaremos en nuestras escuelas”.
Estos conocimientos indígenas, despreciados por siglos, abarcan cuestiones “políticas, tecnológicas, morales e históricas”, precisó el experto del Museo de Australia del Sur.Este gesto supuso una bisagra entre los aborígenes y las comunidades blancas, pero además arropó a los niños, ajenos a la educación occidental, en su cultura y en sus creencias, a la vez que reafirmó el valor del conocimiento ancestral de las Primeras Naciones.
Las puertas de las escuelas de Yuendemu Source: SBS Spanish
“Los artistas pretendían que las puertas recordaran a los escolares de Yuendumu los lugares y las obligaciones que se extendían por todo su país. Las puertas permanecieron en Yuendumu durante 12 años, resistiendo el viento y el sol del desierto, y sobreviviendo al duro trato de los escolares warlpiri”, según el portal del Museo de Australia del Sur.
Las puertas de las escuelas de Yuendemu Source: SBS Spanish
Del activismo al arte
Muchas de las historias de los Warlpili fueron realizados desde tiempos ancestrales en el desierto y eran efímeros porque el viento del desierto los borraba una vez que culminaban las ceremonias. Ese conocimiento rico que se ha acumulado desde hace 60.000 años era transmitido de generación en generación de forma oral y presencial, sin que quedara un legado material de esa riqueza cultural y espiritual.
Muchos años después, en la década de 1980, los Warpiri comenzaron a experimentar con pinturas acrílicas para plasmar de forma más permanente su cultura, sus ensueños, sus creencias, y que se conozca más allá de las ceremonias del desierto.
Cada puerta plasma un ensueño diferente, con símbolos, algunos de ellos no revelados a los no-aborígenes, sobre sus seres mitológicos, su gente, sus creencias y su conexión con la tierra, sus ancestros y su cultura.
“El activismo de los ancianos, la confianza de estas escuelas, el poder de esta sociedad, algo que es extraordinario fue el comienzo de un movimiento artístico”, explicó Carty al precisar que esta semilla no surgió “de la economía o de la historia sino que nació del deseo de forjar un futuro para sus niños”.