El Salvador es uno de los países más violentos del mundo. Tras la larga guerra civil en los años ochenta, esta nación de 6,5 millones de habitantes sigue a merced de las maras, las pandillas que surgieron en los barrios pobres y marginados de Estados Unidos como una estrategia de defensa frente a los grupos de mexicanos que fustigaban a los centroamericanos.
Las maras en El Salvador, que son resultado de la deportación de sus ciudadanos implicados en actividades criminales desde Estados Unidos, han reclutado al diez por ciento de la población, y han sumido al país en un ciclo salvaje de violencia extrema, ejecuciones, robos, secuestros y extorsiones. Las maras Salvatrucha o MS-13 y la Barrio 18 se disputaban el control de San Salvador a la llegada del forense para capacitar a un grupo de fiscales en los rastreos de los asesinatos de estas organizaciones delictivas.
El antropólogo forense, ganador del premio internacional de derechos humanos Judith Lee Stronach por la búsqueda de desaparecidos en el conflicto interno peruano, es conocido mundialmente por sus diversas exhumaciones tras las guerras más cruentas de este planeta, entre ellas las de la antigua Yugoslavia.
LA BÚSQUEDA EN SANTA TECLA
Era el año 2013, el antropólogo forense José Pablo Baraybar se encontraba capacitando a un grupo de fiscales de este país en la búsqueda de personas ejecutadas por las Maras en las afueras de Santa Tecla, una ciudad hoy por hoy suburbio de San Salvador.
El Pato, víctima de la Mara Salvatrucha , habría sido asesinado en una casa cerca de un solar o cantón como dicen los salvadoreños; la casa se encuentra aún ocupada por El Travieso, otro miembro de la pandilla. El Travieso acabó paralítico y postrado en una silla de ruedas después de recibir un disparo en la columna.
En ese cantón estaba El Espía, quien muestra dónde se enterró al Pato a las más de 15 personas del equipo conformado por fiscales salvadoreños, participantes de un curso sobre exhumación de cuerpos que José Pablo Baraybar impartía.
El Espía estaba criteriado, un término que se usa en el argot legal de estas tierras, para referirse al "criterio de oportunidad" mediante el cual un inculpado aporta pruebas que le permita reducir su pena u obtener la libertad. Si encontramos al Pato, el Espía sale libre.
Violence in El Salvador is not perpetuated by the gangs alone. Source: Reuters
UN "CRITERIADO" QUE SE JUEGA LA VIDA
El Espía, un muchacho flaco al que el uniforme de policía que le han puesto para encubrirlo le queda grande lleva un arma al cinto y una máscara de nylon, que a manera de Balaklava solo deja ver sus ojos juveniles, los trazos finos de su cara y aprisiona sus orejas; no tiene cabello --parece rapado-, los botones abiertos de la camisa dejan entrever un gran tatuaje en el lado izquierdo del pecho. Usa su mano derecha para espantar los mosquitos y tiene tres puntos tatuados en el dorso, cerca al pulgar.
El Espía está sentado sobre una silla contra la pared de una casa abandonada; delante de él y a pocos metros, el grupo de fiscales y policías que son entrenados en la exhumación de cuerpos remueven la tierra buscando al Pato.
El fiscal a cargo del grupo ha encontrado hasta el momento las tapas de dos pozos sépticos; pero en su recuento de los hechos, el Espía no habla de ningún pozo. También dice que enterraron al Pato entre dos mangos, pero no donde apunta el fiscal sino "más allá", entre un aguacate y un mango. En ese lugar dice que hay otro hueco.
El Espía está sentado absorto o tal vez distraído, calmo, contemplativo; la mirada de quien ya perdió todo y cuya expectativa de vida, no es precisamente larga.
Me siento a su lado, le digo ¿Te puedo hacer una pregunta? . Explícame otra vez que pasó y dónde lo pusiste.
Me dijo que lo mataron y lo llevaron envuelto en la frazada entre dos, saliendo hacia un mango.
Mira, ¿qué te parece si mejor me muestras el sitio?, le insistí.El Espía se levanta sin prisa y me lleva hasta el lugar; señalando con el dedo, me explica que salió por una apertura en la alambrada que divide la casa del Travieso del predio baldío donde nos encontramos y que arrojaron en un hueco el cuerpo envuelto en una sábana.
Barrio 18 gang members remain together behind a cell at the maximum security prison in Quezaltepeque, El Salvador, 04 September 2020.EPA/Rodrigo Sura Source: EFE
Me quedé pensando e intenté imaginar el espacio para ver qué más se podría hacer; la gente ya había pasado un día completo excavando, sin encontrar nada y expuesta a los mangos asesinos que, con el peso de casi un kilo, caían inopinadamente sobre quien circulase en su territorio.
Que abundancia, me dije, docenas de mangos, papayas y aguacates pudriéndose por doquier, claramente nadie se ocupa de recogerlos -somos pobres, pero estamos hastiados de tanta fruta- tal vez ese sea el tema.
FRUSTRACIÓN ANTE LA INCERTIDUMBRE
El solar en donde José Pablo Baraybar y las autoridades salvadoreñas buscan el cadáver de El Pato, asesinado por la Mara Salvatrucha, ya parecía la luna por la cantidad de huecos hechos en el lugar en que el Espía asegura se encontraban los restos. Según la versión del criteriado, habían sacado el cadáver de El Pato envuelto en una sábana, desde la casa del Travieso a través del cantón desocupado de su vecino y luego a otro, que era en donde se encuentra el equipo forense.
Volví a la excavación, ya habíamos encontrado un corte, un hueco en el talpetate, la arcilla gruesa y compacta que parecía un piso.
-A ver muchá,-¿Dónde están los dibujantes?!el equipo de dibujantes! ¡Contorno con el punto A y B!, ordené.
Así llegó el equipo de dibujo para poner sus cuerdas y su nivel de burbuja. Los dibujantes sacaban su cinta métrica y afanosamente tomaban los puntos del hueco que parecía muy redondo y de diámetro muy reducido para meter un cuerpo.
-Llamen al criteriado para que lo vea- le pedí al investigador.
El Espía se acercó y movió la cabeza –eso no es- dijo.
-No importa, acaben el contorno y seguimos excavando- les pedí.
n Aug 20, 2014 photo, criminologist Israel Ticas spreads out a collection of images of people gone missing, in San Salvado Byline: Esteban Felix Credit: AP Source: AAP
UNA IMAGEN ESTREMECEDORA
Mientras maldecía a la madre del criteriado, por no encontrar al Pato después de haber cavado más huecos que topo en anfetaminas –dirigí la mirada al fondo del cantón y vi al Espía fumando; se había levantado la máscara hasta la nariz, se le veía la boca y unos bigotitos como los de Cantinflas.
La imagen me estremeció.
El Espía era otro sin la máscara y por más cruel y desapasionado que fuese el relato del asesinato del Pato, su rostro era el de alguien que tal vez pudiese redimirse o quizá estuviese en un proceso de arrepentimiento.
Pero la imagen de El Espía con la cara deformada por la máscara y media cara dando esas bocanadas de humo, indicaba lo contrario. Daba la sensación de cálculo, de espera impaciente, de venganza. Parecía más bien que los muertos que desfilaban por sus ojos, no lo hacían de manera lastimera pidiéndole explicaciones, sino más bien desafiantes. Esos ojos daban cuenta de la rabia recíproca que hace que al fluir la sangre luego del primer machetazo, le sigas dando hasta lograr el objetivo.
PREGUNTAS TONTAS
Uno de los investigadores pregunta si la casa donde mataron al Pato estaba habitada en la época y el Espía le responde que allí vivía el Travieso; hoy paralítico tras recibir un balazo en la columna, y su hermana Xiomara.
El Espía añade que él y otros mareros trajeron al Pato a la casa del Travieso con engaños; tenía que ser ejecutado por sapo, por soplón.
El Espía relata que todo comenzó a eso de las 7:30 de la noche cuando bajaban por la calle, todos en pedo por tanto crac que habían fumado, Se sentían como locos.
Le pregunté ¿cuánto se demoraron en matarlo?
-¿En matarlo?, me respondió El Espía, menos de cinco minutos. -Lo matamos a batazos y lo envolvimos en una sábana.
Esa pregunta pareció ser el detonante de las preguntas tontas, cómo si todos los presentes se atropellasen en el sinsentido ante la desesperación de no encontrar el cadáver.
-¿Era grande la sábana? Me volteé para tratar de descubrir al autor de la pregunta.
-Si, era grande, respondió el Espía.
-¿Y qué color? , preguntó otro.A estas alturas no me tomé la molestia de descubrir quién era; se trataba de otra voz.
La muerte a diario: Historias Forenses con José Pablo Baraybar. Miembros de la Mara Salvatrucha/Luis Romero AP Source: AAP
-Blanca me recuerdo, era blanca- respondió el Espía.
Hasta que después el interrogatorio se encauzó.
-¿Había mucha sangre? Preguntó otro de los presentes.
-Si – respondió el Espía- porque tuvimos que limpiar, con lejía, con agua. Lo único que no pudimos borrar fueron las manos.
-¿las huellas?
-Si, las huellas del Pato, en la pared, porque por más que las cepillábamos no salían.
-Y ¿cuantos te ayudaron?
-Cinco.
-¿Los cinco lo enterraron?, pregunté. El Espía respondió que los cinco lo mataron y solo él y el Inocente lo enterraron.
EL LUMINOL
El equipo se percató que la pared contra la cual habían matado al Pato, había sido recientemente tarrajeada y que el piso de tierra había sido remplazado por uno de cemento rústico.
¿Será que el Luminol aún funciona? pregunté a uno de los agentes, quien se apresuró a ordenar al equipo para aplicarlo.
El luminol es una substancia química que reacciona con el hierro de la hemoglobina, uno de los componentes de la sangre, generando fluorescencia.
Las autoridades y yo nos metimos al cuarto y cerramos todas las puertas. El olor a orines de perro era bastante fuerte y la oscuridad, casi total. Aplicamos el luminol a la pared y el piso, pero no encontramos ni un punto de fluorescencia.
Tanta sangre y ni una mancha visible.
Members of the '18' gang behind bars in the police station at Soyapango, El Salvador, 24 April 2007,. EPA/Roberto Escobar Source: AAP
ATRAPADO SIN SALIDA
El canto de las aves invade el ambiente y se crea un silencio sepulcral.
Me vuelvo a sentar al lado de El Espía y le pregunto si veía a sus hijos, si estos lo visitaban.
El Espía me dice conmovido que hoy le llevan a su hijita recién nacida.
-¿Y cuántos hijos tienes?
-El mayor cinco, la otra tres y la última.
El Espía tiene veinte años, se convirtió en padre primero a los 15.
Otro silencio incomodo, las aves continúan lo suyo.
El Espía rompe el silencio y me dice, Gracias a Dios, me ha dado una oportunidad y tengo que tomarla, por eso me aflige no hallar este muerto.
Pobre Espía, pienso, si no aparece el Pato la jura te va a pegar por asesino, y luego tu clica por rata.
Escucha el podcast de presionando la imagen de arriba.
Si te quedaste con ganas de saber qué pasó después: