Patricio Abarca, un chileno de 28 años, apenas terminó su carrera de ingeniero, buscó trabajo en su área y después de un año de desilusiones por las pocas oportunidades laborales en su país y lo bajos sueldos, empacó su maleta en busca de mejorar su inglés y conocer un poco el mundo.
Así fue como Australia apareció en su horizonte. Con una visa de trabajo bajo el brazo, Patricio se lanzó a la aventura. Una aventura en la que parece ser que ha encontrado una mina, pero no de oro, si no de sol.
Patricio es, junto a muchos otros jóvenes mochileros, un trabajador en las granjas solares que poco a poco se multiplican por el territorio australiano. Se trata de vastas extensiones de tierra mayormente ubicadas en zonas remotas y áridas en las que lo único que hay es sol. Hasta allí llegan día a día jóvenes de Irlanda, Francia, Inglaterra, Alemania, Argentina, Chile, Brasil, China y Corea del Sur, entre otras nacionalidades, a trabajar en lo que serían las nuevas minas australianas.
En esta entrevista Patricio Abarca nos comparte su experiencia.