Nosotros, que hemos viajado desde cada esquina del cielo austral y nos encontramos reunidos en la Asamblea Nacional Constitucional de 2017, hacemos la siguiente declaración desde el corazón:
Nuestras tribus, las de los aborígenes y de los isleños del Estrecho de Torres, fueron las primeras naciones soberanas del continente australiano e islas adyacentes, y poseíamos la tierra de acuerdo con nuestras propias leyes y costumbres. Lo hicieron nuestros ancestros, de acuerdo con el recuento de nuestra cultura, desde La Creación; según la ley común, desde “tiempos inmemoriales”; y según la ciencia, desde hace más de 60,000 años.
Esta soberanía es una convicción espiritual: el vínculo ancestral entre la tierra, o la “Madre Naturaleza”, y los pueblos aborígenes y de los isleños del estrecho de Torres que nacieron en ella, y que permanecen unidos a esta tierra y a la que deben volver un día para reunirse con nuestros antepasados. Ese vínculo es la base de la pertenencia de la tierra o, mejor dicho, nuestra soberanía, que nunca se ha cedido o extinguido y coexiste con la soberanía de la Corona.
¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Cómo se puede concebir que unos pueblos posean una tierra por sesenta milenios y que ese vínculo sagrado desaparezca de la historia mundial en tan solo los últimos doscientos años?
Nosotros creemos que con un cambio constitucional sustantivo y una reforma estructural, esta antigua soberanía puede resplandecer y ser una expresión más plena de Australia como nación.
Proporcionalmente, somos las personas más encarceladas en todo el planeta. No somos un pueblo criminal innato. Nuestros hijos son separados de sus familias a un ritmo sin precedentes. Eso no puede ser porque no los amemos. Y nuestra juventud languidece en detención en números obscenos. Ellos deberían ser nuestra esperanza para el futuro.
La dimensión de nuestra crisis muestra claramente el carácter estructural de nuestro problema. Este es el tormento de nuestra impotencia.
Pedimos reformas constitucionales para empoderar a nuestros pueblos y ocupar el lugar que nos corresponde en nuestro propio país. Cuando tengamos el poder sobre nuestro destino, nuestros hijos prosperarán. Caminarán en dos mundos y su cultura será un regalo para su país.
Pedimos el establecimiento de una Voz de las Primeras Naciones que esté consagrada en la Constitución.
Makarrata es la culminación de nuestra agenda: la unión después de la lucha. Esta engloba nuestras aspiraciones de una relación justa y franca con los habitantes de Australia y de un mejor futuro para nuestros hijos, basado en la justicia y en la autodeterminación.
Demandamos una Comisión Makarrata para supervisar un proceso para llegar a acuerdos entre los gobiernos y las Primeras Naciones y para asegurar que se cuente nuestra verdadera historia.
En 1967 fuimos contados, y en 2017 queremos ser escuchados. Dejamos el campamento base y comenzamos nuestra caminata a través de este enorme país. Te invitamos a caminar con nosotros en un movimiento del pueblo australiano por un futuro mejor.
Para más información visita la página Diálogo de Uluru en o envía un correo electrónico al Centro de Derecho Indígena (Indigenous Law Centre) de la universidad UNSW a .
SBS ha puesto a disposición la Declaración de Uluru desde el Corazón en 63 idiomas con el fin de continuar el diálogo nacional con las comunidades cultural y lingüísticamente diversas en su propio idioma.