El 11 de septiembre de 1973, la voz de Augusto Pinochet, el general que desde ese día regiría el destino de Chile por 17 años, casi no se escuchó públicamente. Pero las secuelas contunúan aun hoy.
Los militares golpistas denunciaban la incapacidad del gobierno de la UP, una grave crisis económica, social y moral y la inminencia de una guerra civil debido al incremento de grupos paramilitares armados.
Pero pese a la supuesta amenaza, en las calles de Santiago en un comienzo sólo hubo focos de resistencia aislados, en lugares como la fábrica textil Sumar y el barrio popular La Legua.
Poco después de las 9 de la mañana, la Central Unitaria de Trabajadores pidió la ocupación de puestos de trabajo, fábricas e industrias con miras a resistir a los militares y defender el gobierno de Salvador Allende.
Conversamos en Chile con Victor Hugo Cuevas, de la asociación de ex presos políticos, y con el historiador en Canberra, Gustavo Martin.