Durante un discurso pronunciado en una conferencia cristiana, el primer ministro australiano, Scott Morrison, dijo que buscó una señal de Dios durante la campaña electoral de 2019, y que fue llamado por Dios para hacer el trabajo de primer ministro.
El mandatario, quien es pentecostal, admitió que había practicado el ritual evangélico de la "imposición de manos" - un acto de oración o bendición sobre otros seres, durante visitas de trabajo a centros de evacuación.
“Las personas pensaban que sólo les estaba dando un abrazo, pero estaba rezando e imponiendo mis manos en las personas”, afirmó Morrison en la conferencia.
Puntos destacados:
- Australia es un país laico y la neutralidad en materia de religión es una característica que define la democracia, el modo de vida y el multiculturalismo del país, por lo que el discurso evangélico de Morrison de la "palabra de Dios" podría ser profundamente problemática para la política.
- El primer ministro australiano, Scott Morrison, quien es pentecostal, dijo en una conferencia cristiana que buscó una señal de Dios durante la campaña electoral de 2019, que fue llamado por Dios para hacer el trabajo de primer ministro, y que, como mandatario, practicó el ritual evangélico de la "imposición de manos" - un acto de oración o bendición sobre otros seres humanos.
- El vídeo, que fue emitido por la iglesia cristiana Vineyard y luego distribuido por la Sociedad Racionalista, ofrece una rara visión de la práctica religiosa personal de Morrison y de las creencias que guían al primer ministro y al movimiento pentecostal, que está creciendo rápidamente en Australia.
Además, Morrison reveló que, cuando se convirtió en primer ministro, su pastor le aconsejó la noche de las elecciones que “usara lo que Dios ha puesto en sus manos... para hacer lo que Dios ha puesto en su corazón”.
El primer ministro también se refirió a la proliferación y al impacto corrosivo de las redes sociales como obra del “maligno”, en referencia al diablo, según el vídeo difundido esta semana sobre la conferencia de las Iglesias Cristianas Australianas de Gold Coast.El discurso no fue publicado en la página oficial del Primer Ministro de Australia. Morrison viajó a Gold Coast en un avión financiado con el dinero de los contribuyentes.
Scott Morrison at Hillsong Conference Source: Twitter
La oficina de Morrison dijo que el vuelo es parte de las actividades del Primer Ministro, quien usualmente participa en "muchos otros eventos de partes interesadas, incluso para otros grupos religiosos como coptos, maronitas, judíos, hindúes, budistas y musulmanes".
Morrison no es el primer mandatario australiano que tiene creencias religiosas. Antes que él ha gobernado John Howard, Kevin Rudd, Tony Abbott y Malcolm Turnbull.
Pero este mandatario pentecostal menciona a Dios constantemente como por ejemplo cuando describió su victoria electoral en 2019 como un evento “milagroso” dado que todas las encuestas daban por ganador al Partido Laborista o al solicitar, en imágenes en sus redes sociales, oraciones para los líderes de los estados y territorios durante la pandemia de COVID-19.
Australia es un país laico
Australia es un país laico desde su federación. La Constitución de 1901 prohíbe al gobierno de la Commonwealth interferir en el libre ejercicio de cualquier religión.
Además, Australia se autodefine como un país multicultural de inmigrantes, con pasado indígena que sufrió un proceso de colonización británica. En el país se hablan más de 200 lenguas y el 51 por ciento de su población de 25 millones es cristiana (incluyendo la católica).
Entre las religiones practicadas ampliamente en el país se encuentra el budismo, el islam, el hinduismo, el judaísmo, y prácticas religiosas tradicionales aborígenes, aunque casi el 30 por ciento de los australianos dice no tener ninguna religión.
Estas características que definen la democracia australiana, el modo de vida y el multiculturalismo del país, contrastan con el discurso evangélico de Morrison sobre la “palabra de Dios”, ya que sus palabras podrían ser profundamente problemáticas para el ejercicio de la política, según alertan políticos, comentaristas y expertos.
“Puede que a algunos les sorprenda, pero Australia no es el estado 51 de Estados Unidos, y no se espera que nuestros políticos lleven su religiosidad en la manga. Somos -o deberíamos ser- una nación laica. No antirreligiosa, sino laica. Hay una diferencia”, dijo Meredith Doig en el portal The Big Smoke.El politólogo y experto electoral de la Universidad de Griffith, Ferrán Martínez i Coma, está entre quienes opinan que las demostraciones públicas de fe de Morrison pueden ser consideradas “problemáticas” desde un punto de vista político.
In the speech, Scott Morrison revealed he sometimes used the Evangelical practice of "laying on hands" while embracing people who had suffered from trauma. Source: Facebook
Según explica el académico, si bien hay libertad de credo en Australia, y tanto Morrison, como cualquier otro australiano puede profesar la fe de su preferencia en su vida personal, el hacerlo tan abiertamente en la palestra pública, y asegurando que realiza “la obra de Dios” podría poner en tela de juicio cunta influencia ejerce su fe en la toma de decisiones en materia de políticas públicas.
“Él dice que Dios le ha guiado. Entonces yo me pregunto: ¿Entonces, como Primer Ministro… es Dios también quién te guía a tomar ciertas decisiones políticas?”, se cuestiona Martínez.
“Me gustaría pensar que nuestros líderes políticos del partido que sean toman decisiones con otros criterios, más allá de la llamada de sus o de su Dios.”
En temas de vacunas, por ejemplo, espero que estemos escuchando criterios científicos más que lo que nos diga nuestro santo patrón.
Las visiones religiosas han sido parte de los debates políticos recientes. Durante el debate sobre la legalización del Matrimonio entre Personas del Mismo Sexo, se permitió a los legisladores votar según “su consciencia”. Tras ser legalizado el matrimonio homosexual, se introdujo en el Parlamento un proyecto de ley sobre la discriminación de las personas por sus creencias religiosas, que aún está en el tintero.
El líder de la Oposición, el laborista Anthony Albanese, objetó el martes la afirmación de Scott Morrison de que ha sido llamado a hacer la obra de Dios. En declaraciones a la ABC, expresó que, si bien no tenía "ninguna intención de hacer comentarios sobre la fe del primer ministro", se oponía a "la idea de que Dios esté en cualquier bando político".
Albanese dijo que consideraba que “la fe es una cuestión personal”.
“Respeto las creencias de la gente, pero también es importante que haya una separación entre la Iglesia y el Estado”, dijo.
“La idea de que Dios está en cualquier bando político no es más respetuosa que la idea de que cuando el equipo deportivo de alguien gana se debe a alguna intervención divina”.
¿Dónde está la compasión por los necesitados?
La historiadora política, Judith Brett dijo al diario The Guardian Australia que los australianos eran “recelosos” de la religión en la política, y que las creencias religiosas de Morrison destacaban del mismo modo que el catolicismo de Tony Abbott desentonaba con la opinión de la mayoría de los australianos.
“Australia es una sociedad bastante laica y nuestra política no se ha visto impulsada por la religión tanto como en Estados Unidos”, dijo Brett.
Asimismo, recalcó que si este mismo discurso lo dijera en el siglo XIX no se destacaría como algo particularmente peculiar, porque en ese entonces el concepto de que la gente rezaba por alguien o hacía el trabajo de Dios era parte del sentido común generalizado.
Sin embargo, la historiadora apuntó que este discurso no pidió ningún cambio radical en la política religiosa en temas como la ley del aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“No parece tener mucho contenido político”.
“(Morrison) no se muestra más compasivo con la gente que trata de vivir con Newstart (pagos de ayuda al desempleo). Por otro lado, no está tratando de prohibir el aborto, y no está tratando de retractar la legislación sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo”.
La religiosidad en el discurso público
La expresión de puntos de vista religiosos en el discurso público en Australia ha causado grandes polémicas en tiempos recientes, sobre todo en casos en los que figuras prominentes han expresado opiniones discriminatorias en redes sociales.
La expresión pública de visiones religiosas consideradas discriminatorias causó el despido de la estrella de rugby Israel Folau, después de que publicara en su Instagram en abril un texto condenando a "borrachos" y "homosexuales", advirtiendo que "el infierno los espera".
Otras voces como Tarla Lambert, de Women Agenda, se preguntan cómo las creencias religiosas de un líder influyen en el debate político de Australia y la posición del país en temas como la acción contra el cambio climático.
“La reticencia de Morrison a comprometerse con objetivos ambiciosos de reducción de emisiones, ¿se debe a su arraigada creencia de que esto es obra de Dios? ¿Que, si el mundo se derrumba, los ecosistemas se erosionan y la gente muere, es algo normal?”, se pregunta.
La periodista también cuestiona: “¿Y si esas personas a las que el Primer Ministro estaba bendiciendo de forma encubierta, rechazaran ese acto? ¿Y si tal ritual les causara realmente una ofensa? Esta admisión expone la arrogancia y el ego de Scott Morrison. Y lo que es más alarmante, expone su evidente preocupación por imponer su fe a los demás, independientemente de que la quieran o la aprecien”.
En este sentido, Martínez señala que le sorprende que a pesar de que el discurso de Morrison en la conferencia cristiana ha causado polémica, que la reacción pública no haya sido más contundente.
El académico invita a los australianos a considerar cómo reaccionarían si escucharan las mismas palabras de un mandatario que fuese de otra religión, o que pensaran cómo esas palabras podrían ser interpretadas por grupos que practican una fe distinta, como podría ser la musulmana, por ejemplo.
“Como Primer Ministro, tu puedes tener tus creencias propias, pero tu representas a todo un país”.
El editor político de la revista Crickey, Bernard Keane, fue más lejos al decir que: “gran parte de la crítica a las acciones de Morrison como líder político es que, en última instancia, no cree en nada; que es simplemente un hombre de marketing que puede anunciar y presentar y dar vueltas, pero que no consigue nada. Tal vez sea más exacto decir que sí cree en algún tipo de ideología, pero es tan auto contradictoria que no ofrece ninguna guía para nada, y, por tanto, inevitablemente, una justificación para todo”.
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