Santiago Velasquez es un joven colombiano que estudia ingeniería eléctrica en la Universidad de Tecnología de Queensland. Esto no es especialmente remarcable, pero el elemento diferenciador es que Santiago es invidente, lo que le hace ser además el primer estudiante de ingeniería eléctrica en el hemisferio sur con solo un 2% de visión.
Sin embargo, el tener esta desventaja desde su nacimiento no le ha frenado a Santiago a perseguir sus sueños y a apostar fuerte por una carrera de éxito que le apasiona y que además le ha llevado a emprender proyectos muy innovadores.Este estudiante de sólo 22 años, ha fundado una compañía llamada EyeSyght con la que está desarrollando tecnología para ayudar a las personas invidentes a que interactúen con gráficos en tiempo real, para lo que ha conseguido una beca del Instituto de Innovación tecnológica de Massachussets.
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Cuando Santiago fundó su proyecto, tenía muy claro cuál era el propósito.
“Lo que quiero hacer con la compañía EyeSyght es tratar de ayudar a gente con discapacidad visual como yo para incorporarnos a la sociedad y tener más oportunidades de trabajo y estudios y ser más independientes, y además desarrollar tecnología que se pueda aplicar a diferentes propósitos”, detalla.El proyecto de Santiago implica sentir a través del tacto gráficos en tiempo real, una tecnología que combina el electromagnetismo, ultrasonidos y vibraciones. De esta manera, al tocar la superficie, el cerebro puede recibir señales que le hacen detectar que está tocando formas y líneas, un lenguaje relacionado con el braille.
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Pero este no es el único proyecto en el que está implicado este emprendedor. También está diseñando una aplicación para ayudar a las personas invidentes en sus trayectos de autobús y que se va a desarrollar en pruebas este año.
“Hemos diseñado una aplicación que le manda en tiempo real al conductor del bus el lugar donde uno está esperando para que el conductor sepa que hay una persona que quiere subir, y cuando esté cerca de la parada, el conductor sabe que tiene que parar”.
Cuando llegó a la universidad tuvo la suerte de que los profesores asumieron como un reto el tener que enseñar a Santiago en estas circunstancias.
“Estuvimos de acuerdo en una cosa: ellos me iban a enseñar cosas que yo no sabía y yo les iba a enseñar cosas que ellos no sabían”, nos cuenta Santiago.
Después de dos años de andadura, lo profesores han estado haciendo investigaciones y viendo cómo se puede mejorar el modo de enseñanza. “En parte me asusta porque siento que no puedo fallar y superar este reto”, reconoce.Santiago ha participado además en varias actividades físicas para recaudar fondos a proyectos humanitarios, como el Kokoda Challenge en Goald Coast, en el Oxfam Trail-walker, el Ride for Life Challenge, además de eventos científicos como el desafío Opti Minds, y el desafío de robótica de Griffith y Google.
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Incluso en una ocasión, el entonces Primer Ministro, Kevin Rudd, le felicitó por sus logros en un evento público de la escuela.
Con todas estas experiencias, Santiago reconoce que en ocasiones le han tratado de desalentar diciéndole que no podía hacer este tipo de cosas.
Sin embargo, se siente afortunado porque desde pequeño su familia y sus amigos siempre le han apoyado y le han ayudado a seguir adelante y reconoce tener grabada con fuego una frase que le decían sus padres desde pequeño: “lo único que no puedes hacer es ver… de resto…”
“Desde chiquito esas palabras las llevo conmigo y cada vez que alguien me dice “no, no” yo siempre me digo que es otro reto que hay que superar y con la ayuda de amigos familia y con disciplina, no hay reto que no se pueda superar”, explica Santiago.
Una carga para la sociedad, según el departamento de inmigración
Sin embargo no todo es tan positivo en la vida de Santiago, todas las dificultades que no han conseguido frenar su vida se hacen pequeñas cuando se enfrenta al sistema de inmigración australiano.
Santiago, sus padres y su hermano vinieron de Colombia hace diez años, sobre todo con la idea de que Santiago tuviera mejores oportunidades, pero conseguir la residencia permanente está siendo toda una odisea, por la condición de Santiago.Según explica la familia en la campaña de apoyo que lanzaron en la web change.org, en el año 2011 aplicaron a la residencia permanente pero en 2012 el proceso de solicitud se detuvo bruscamente cuando se informó a Santiago de que no cumplía con los criterios de salud pertinentes: el Gobierno citó la "carga para la sociedad" y el costo para la comunidad (de aproximadamente $490.000) como una razón para rechazar su solicitud.
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“Para el departamento de inmigración soy considerado un problema para la sociedad, una carga, como alguien que les va a quitar acceso al resto de australianos a la salud o a la educación”, se queja Santiago.
"Es difícil porque hay muchas cosas que uno quisiera hacer pero al no estar en ningún lado, esto genera un estrés muy grande en la familia. “Estoy estudiando a tiempo parcial porque es muy difícil para mi hermano y para mí poder estudiar los dos y costear la universidad siendo estudiantes internacionales”, asegura.
En enero de 2016, nuevamente se solicitó a la familia que proporcionara un informe médico al departamento de inmigración. Una vez más, el departamento citó la condición médica de Santi como un problema. El Departamento declaró esta vez que Santi iba a costar al contribuyente australiano casi $1.7 millones, a pesar de haber dicho anteriormente que el costo solo ascendería a $490.000.El Departamento le dio a toda la familia un nuevo plazo para proporcionar una explicación razonable de por qué Santi y su familia serán lo suficientemente valiosos para la comunidad australiana y así superar el costo en que pueda incurrir durante su vida.
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Santiago y su familia defienden haber contribuido activamente a la economía y la comunidad desde que se mudaron a Australia, y con un título de Ingeniería, las futuras contribuciones potenciales de Santiago, económicas y sociales, superarán con creces cualquier costo médico.
Además, con la residencia permanente, el padre de Santiago, Cesar, podría volver a trabajar como ingeniero, su profesión anterior en Colombia. Desde que llegó a Australia hace diez años con una visa de estudiante, no ha podido trabajar en su profesión. Como resultado, César y su esposa trabajaron como limpiadores durante varios años y, más recientemente, César comenzó a trabajar como pintor.
Santiago espera que en este año se pueda resolver el asunto de la residencia permanente y que él y su familia se puedan asentar definitivamente en Australia.
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