Sinopsis:
El hombre que esperó casi 74 años para convertirse en rey fue coronado en la Abadía de Westminster en Londres con toda la pompa y solemnidad que Gran Bretaña es capaz de reunir.
La coronación fue el mayor evento ceremonial del Reino Unido en siete décadas, y ha reunido a más de 100 líderes mundiales, incluyendo el primer ministro australiano Anthony Albanese, quien viajó con una delegación incluyendo al gobernador general David Hurley y al resto de gobernadores de estados y territorios, entre otras personalidades.
La Leyenda del fútbol australiano, Sam Kerr, fue la portadora de la bandera de Australia.
El costo total de las festividades del fin de semana se estima en alrededor de 188 millones de dólares australianos.
Los republicanos en Inglaterra aseguran que podría haber sido un evento mucho más barato y que la única parte de la coronación que se requiere que tenga lugar por ley es la recitación del juramento de coronación, por lo que toda la pompa y la ceremonia es solo tradición.
Cientos de manifestantes vestidos de amarillo se alinearon en la ruta de la procesión en el centro de Londres, para destacarse de los que iban vestidos con los colores de la bandera, rojo, blanco y azul, y sostener carteles que decían "No es mi rey".
En la mañana de la coronación, la policía arrestó al líder del grupo antimonárquico Republic y a otras 51 personas, diciendo que su deber de evitar interrupciones estaba por encima del derecho a protestar.
La popularidad de la monarquía ha disminuido en el Reino Unido desde que el rey Carlos asumió el poder.
En 2013, una encuesta determinó que el 75 por ciento de los encuestados prefería la monarquía a un jefe de estado electo.
Pero otras encuestas realizadas el pasado abril encontró que el apoyo a la monarquía ha caído al 58 por ciento y entre los jóvenes de 18 a 24 años solo el 32 por ciento respalda al Rey.
Pero, los amigos del nuevo monarca dicen que eso es injusto, y señalan su vida de trabajo y dedicación con la juventud británica.
El sentimiento en casa estaba igualmente dividido.
Algunos australianos vivieron con entusiasmo el evento histórico, pero otros insisten en que es hora de que Australia se convierta en República.
El presidente del movimiento republicano, Craig Foster, dice que espera que esta coronación sea la última en la que un líder australiano prometa lealtad a un monarca.
Por otro lado, los monárquicos todavía ven valor en el juramento solemne y religioso del Rey de servir a su pueblo.
El presidente nacional de la Liga Monárquica Australiana, Philip Benwell, dice que el sistema sirve como un contrapeso vital a la influencia política.
Escucha todas las voces, incluyendo al expresidente del parlamento de Victoria y miembro del partido laborista, Telmo Languiller, quien apoyó la opción de república en el referéndum de 1999.
Por su parte, el politólogo Ferrán Martínez i Coma, explica cuál es el nivel de aceptación de la monarquía británica en Australia y analiza cómo se articularía una hipotética república australiana.
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