El incesante ruido ensordecedor de las pelotas rebotando contra las paredes son la única compañía de los tenistas en los hoteles de cuarentena de Melbourne, mientras llega el día en que puedan salir nuevamente a la cancha para competir en el Abierto de Australia.
Así se entrena también en su silla de ruedas la colombiana de 25 años, María Angélica Bernal, raqueta 9 de su categoría paralímpica, quien busca brillar en este primer Grand Slam del año, así como en los próximos Paralímpicos de Tokio.
La colombiana, quien en septiembre del año pasado llegó a la semifinal del Abierto de los Estados Unidos, llegó a Melbourne a bordo de un avión procedente de Estados Unidos en el que se detectaron dos casos de COVID-19, por lo que es parte del grupo de 72 personas que esta en confinamiento estricto este mes.
“Soy la única en cuarentena estricta, espero que no afecte mucho a mi juego”, confiesa.
La también medallista de los Juegos Parapanamericanos y competidora en Juegos Paralímpicos mundiales, dice que ella se adapta “muy fácil a la situación”, por lo que espera poder brillar en las canchas de tenis del Abierto de Australia, que será su segundo Grand Slam.
Puntos destacados:
- María Angélica Bernal fue puesta en cuarentena estricta antes del Abierto de Australia.
- La colombiana ha brillado en los Juegos Panamericanos y busca dejar en alto a Colombia en los Paralímpicos de Tokio.
- La tenista tiene una escuela para niños con discapacidad y varios de sus alumnos ya han sido seleccionados para representar a Colombia.
Los videos de Angélica entrenando en confinamiento demuestran su naturaleza de guerrera “berraca”. Angélica nació sin su pierna derecha debido al trastorno genético de la focomelia o síndrome de Roberts. Pero esa condición no la detuvo y a los cinco años comenzó a practicar una serie de deportes con su papá: baloncesto, vóleibol, patinaje y tenis, que fue el que más le interesó.
“A los 11 años me invitan a una clínica que realiza la ITF (Federación Internacional de Tenis ) para personas con discapacidad física. Jugaba parada (de pie) con mi pelota, sin correr. Yo tenía la técnica y jugaba bien, así que el entrenador me dijo que tenía posibilidades de jugar en alto rendimiento en silla de ruedas”.
El prejuicio contra la silla de ruedas
Para la tenista bogotana de 25 años, la transición entre jugar parada a hacerlo sentada en una silla de ruedas fue una decisión difícil que tuvo que tomar con su familia.
“En la sociedad, la silla de ruedas es una limitación y yo nunca la había usado. En un primer momento éramos súper escépticos, pero afortunadamente en donde se realizó (la clínica) había una entrenadora de tenis y me dijo que me tenía que sentar y que me iba a entrenar los primeros días. Ella estaba a cargo del programa de silla de ruedas”.
Con el apoyo constante de sus allegados, los entrenadores que le ofrecieron clases gratuitas, y las autoridades de Bogotá, María Angélica aprendió poco a poco a desplazarse ágilmente en ruedas por la cancha, y a inyectarle fuerza y efecto a sus golpes de derecha y revés estando sentada.
“(Hay que) cambiar ciertas cosas para mejorar el juego en función de mi discapacidad. El que me asesora mucho en la silla es mi entrenador argentino (Fernando San Martín), quien vive en España”, explicó.
La tenista explica que uno de los trucos es bajarle la altura a la silla para ser más rápida, entre otros detalles técnicos desconocidos para los tenistas que juegan de pie.
El proceso de adaptación fue largo y requirió cambios en su juego, pero ha valido la pena, por lo que María Angélica agradece el haber recibido tanto apoyo.
“No muchas personas tienen esta posibilidad y no todas las personas pueden practicar un deporte como el tenis de alto rendimiento”, precisó la deportista.
La joven, que siempre está acompañada de Lucky, su perrito Yorkshire que le regaló su padre al ganar su primer torneo, aspira a mejorar mucho más su nivel competitivo y por eso, de cara a los juegos paralímpicos de Tokio, espera poder viajar a España para entrenar con el argentino Fernando San Martín. Esto, además de continuar con sus estudios universitarios en relaciones internacionales.
Para conseguir un sueño, hay que luchar sin cesar
El golpear la pelota contra la pared en la cuarentena del hotel es más que una actuación para redes sociales. Es el pan de cada día de los tenistas profesionales que tienen que trabajar duro para ascender en el ranking.
El duro entrenamiento físico es parte de la rutina diaria de los deportistas paralímpicos como Angélica, quien entrena seis días a la semana.
“De lunes a sábado realizo preparación física en el gimnasio de una hora y media a dos. Luego juego tenis dos o tres horas en cancha. Tengo sesiones de fisioterapia todos los días, porque soy muy propensa a lesiones”, comenta Angélica.
Además, la tenista tiene una sesión semanal de terapia psicológica y entrena movilidad con el equipo de baloncesto en silla de ruedas de Colombia, aunque su entrenamiento varió con el confinamiento.
“Es fundamental en tenis aprender a mover la silla de ruedas y ser muy rápido. Yo me considero rápida, pero hay muchas cosas por mejorar, así que estoy entrenando con ellos que son mucho más rápidos que yo”, cuenta la deportista.
Más “María Angélicas” que enorgullezcan a Colombia
Desde hace unos doce años, María Angélica y su familia impulsan además una escuela sin fines de lucro llamada “Semillas sin Barreras”, para enseñar tenis a niños y jóvenes con discapacidad física.
Más allá de entrenar a los participantes en los aspectos técnicos del tenis, la escuela inculca que la discapacidad física no es una limitación para cumplir los sueños.
Algunos de sus alumnos ya forman parte de la selección colombiana juvenil y “ya han salido a representar a Colombia en los juegos Panamericanos”, cuenta.
“Es súper gratificante”, señala la joven atleta con orgullo.
Más allá de los consejos que María Angélica ofrece a sus alumnos, su actitud perseverante es modelo a seguir para todos que, como ella, anhelan conquistar medallas y reconocimientos mundiales que dejan en alto el nombre de Colombia.
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