Yamilay Jiménez fue a la Antártida para convertirse en uno de los motores que impulsen el protagonismo de las mujeres en la ciencia. Esto fue posible gracias al programa, una iniciativa que busca aumentar la influencia y el impacto de las mujeres en la toma de decisiones que dan forma a nuestro planeta.
“La Antártida es un sitio para conectarse con el planeta, es algo sencillo de decir, pero es muy profundo”, dijo a SBS en español, Yalimay Jiménez, quien se encuentra en Perth estudiando estudios doctorales en química aplicada, al mismo tiempo que equilibra su vida profesional con la vida familiar.
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Allí en la Antártida, en virtud de este proyecto que promueve el protagonismo de las mujeres -quienes a pesar de representan el 45% de la fuerza laboral mundial, están subrepresentadas a nivel global en posiciones de liderazgo-encontró cómo las acciones humanas tienen impacto en esta zona casi impoluta.
La experiencia, dijo Yalimay, “nos brinda apoyo y educación en cuestiones de liderazgo y nos ayuda con mapas estratégicos personales” que después se traduce en acciones a favor del “entorno inmediato, en la sociedad”.
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Yalimay es una de las científicas hispanas que se desempeña en las ciencias duras, un lugar que ha ocupado gracias al apoyo de su familia y la existencia de un sistema público que lo permitió.
“En lo personal, tuve una gran motivación por parte de mi familia. Creo que es algo súper clave porque no hubo diferencia de género en mi familia para apoyarnos e ir a la universidad”, comenta.
Pero las dificultades las encontró cuando empezó a trabajar y tener familia.
“Pareciera que tuvieras que tomar una decisión entre los dos y no es así en realidad. Lo que se necesita es apoyo cuando se tiene familia para continuar trabajando y seguir siendo competitivo”, precisó Yalimay, quien en su carrera ha ido a lugares remotos de Venezuela para elaborar mapas, en una labor que la ha conectado más con la sociedad.
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En Perth, sueña con terminar su tesis doctoral, seguir desempeñándose en su carrera y poder criar a sus dos hijos con un balance en su educación entre las ciencias y las artes, entre lo social y lo personal, en un hogar en que sus hijos asuman su trabajo con naturalidad.
“Siento que me ven como una mamá científico”, bromea Yalimay, al resumir con esa jovialidad el dilema resuelto de las mujeres dedicadas a las ciencias duras.
