Sinopsis:
Gabriel Boric fue el primer mandatario al que Petro recibió oficialmente como presidente y ambos son resultado de unas elecciones que dieron el viraje ideológico a sus países y ahora intentarán impulsar una nueva integración latinoamericana.
La Comunidad Andina, fundada en 1969, es uno de los bloques suramericanos más antiguos y está integrado por Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia, pero ha ido perdiendo relevancia. Primero, en 1976 tras la salida de Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet, y en 2011, con Venezuela y los cambios de gobiernos en los otros países.
Además, del presidente Petro aseguró que conversaron sobre el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fundada en 2011 como una institución más amplia que abarca más países de la región.
A pesar de los matices, once países latinoamericanos son gobernados por la izquierda en la región y podrían ser 12 al final del año si Lula da Silva consigue la presidencia en Brasil. Por ahora incluye a México, Cuba, Honduras, Nicaragua, Venezuela, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Belice y Colombia.
Mientras, el presidente Boric dijo que hay que ampliar esa visión panamericana para que las alianzas "no sean solamente por afinidades ideológicas de turno".
Con el ascenso al poder de Gustavo Petro, Colombia forma parte de cinco de las seis mayores economías de América Latina que ahora están dirigidas por la izquierda.
Según el analista mexicano Héctor Aguilar Camín, se trataría de la nueva visión que intenta superar los prejuicios y errores de mandatarios como el venezolano Hugo Chávez y el cubano Fidel Castro, para avanzar en temas como la defensa medioambiental y políticas de género.
Quien fuera asesor de la ONU para Colombia y director del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos, Mariano Aguirre, dijo a la televisión alemana que Petro se va a cuidar de ser un líder "de la izquierda latinoamericana".
Según los expertos, las lunas de miel presidenciales son cortas y las expectativas casi imposibles de cumplir. Plantean que los peligros para los nuevos líderes son obvios. Recuerdan los índices de aprobación de los presidentes de Chile y Perú que se desplomaron en cuestión de meses porque decepcionaron a los impacientes votantes. Advierten que a los votantes latinoamericanos les importan los resultados, no la ideología.