Mientras tanto, la violencia se multiplica en las calles bolivianas y las autoridades intentan llenar el vacío de poder. Para ello, Jeanine Añez, la segunda vicepresidenta del Senado, y más probable sucesora interina de Morales, anunció la próxima convocatoria de una elección presidencial.
La renuncia de Evo Morales a la presidencia dejó un vacío de poder en Bolivia que debe resolver en lo inmediato el Senado, luego de tres semanas de disturbios desencadenados por cuestionadas elecciones en las que el primer mandatario indígena del país buscaba un nuevo mandato.
La salida de crisis se encuentra en lo inmediato en manos del Senado de 36 curules. El oficialismo ocupa 25 bancas y la oposición once, por lo cual esta última necesita el respaldo de al menos ocho legisladores afines a Morales para llegar a sesionar con cuórum y decidir por mayoría.
Morales dimitió presionado por los militares, la policía y por la oposición, que le exigieron dejar el puesto que ocupaba desde 2006 con el fin de pacificar al país renunciando al cuarto mandato al que aspiraba tras sucesivas reformas constitucionales y un referéndum adverso.
Al final del lunes, una columna de centenares de partidarios de Morales que llegó a La Paz desde la vecina ciudad de El Alto, protestaba en la Plaza Murillo, frente a la casa de gobierno. En tanto, el expresidente Carlos Mesa, segundo en los comicios del 20 de octubre, denunciaba un inminente ataque a su casa.
Mientras tanto, el jefe de la Policía de La Paz pidió a las Fuerzas Armadas que intervengan para frenar la violencia generada en la ciudad por adherentes del renunciado presidente Evo Morales, pues su capacidad operativa fue superada. Las FFAA acaban de anunciar que actuarán con la policía para frenar violencia en Bolivia.