¿Día de qué?: Conmemoración del 12 de octubre, entre el encuentro y la invasión

A indigenous Colombian man shouts slogans during the march for the Pan America way in Columbia.

A indigenous Colombian man shouts slogans during the march for the Pan America way in Columbia. Source: EFE

El 12 de octubre se conmemora el día en que Cristóbal Colón y sus hombres arribaron a América en 1492. Las diferentes posturas frente a esta efemérides están lejos de encontrarse y el debate se va radicalizando más mientras las posturas de unos y otros se endurece. ¿Encuentro de mundos y de la diversidad? o ¿invasión e imposición cultural? Escucha el podcast presionando la imagen de arriba.


Día de la raza, día de la hispanidad o día de la fiesta nacional en España; día del respeto por la diversidad cultural en Argentina, día del encuentro de dos mundos en Chile, Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural en Perú, día de la resistencia indígena en Venezuela y Nicaragua, día de la descolonización en Bolivia, día de la raza y la hispanidad en Colombia.

Día de la Interculturalidad y la Plurinacionalidad en Ecuador o día de Colón en Estados Unidos, son algunas de las diferentes maneras cómo hemos denominado en distintos países al hito histórico que se recuerda cada 12 de octubre, es decir, la llegada de Cristóbal Colón y su flota de naves de la corona española a las costas de la isla de Guanahaní, en las Antillas en la actual Bahamas, en el continente que hoy conocemos como América en el año 1492. 

Este es un hecho histórico de invaluable importancia que también se conoce como el Descubrimiento de América, denominación que, sin embargo, también se muestra problemática a juicio de muchos. 


Puntos destacados:

  • El 12 de octubre se conmemora el día en que Cristóbal Colón y sus hombres arribaron a América en 1492.
  • La nueva efemérides se ha visto marcada por un masivo cuestionamiento al valor que se le ha dado a este acontecimiento histórico durante los años, pues una nueva ola de revisionismo histórico, tanto de parte de académicos como de indigenistas y de la población en general, ha encendido un debate sobre las consecuencias que la conquista y colonización de América tuvieron para las poblaciones nativas americanas y para los africanos y afrodescendientes esclavizados que fueron obligados a emigrar hacia esas tierras para trabajar bajo las órdenes de los colonizadores.
  • Mientras en algunos países de América se derriban estatuas de figuras simbólicas de la colonización europea y se exige una disculpa de parte de España y de la Iglesia Católica por su rol en estos hechos, como ha hecho el presidente mexicano López Obrador, en España y Portugal surge una ola de nacionalismo que reivindica a estas figuras del pasado y sus obras, consideradas por ellos como aportaciones beneficiosas para América y el mundo.

La palabra “descubrimiento” es seguramente la más utilizada para describir la llegada de los europeos a las Américas, pues para ellos esta masa de tierra continental y sus habitantes eran anteriormente desconocidos, y por tanto, ellos estaban descubriendo algo nuevo. Sin embargo, ese mismo término tiene una connotación errónea e incluso peyorativa para los habitantes de el territorio americano, quienes tuvieron que asimilar y asumir la llegada y la permanencia de estos nuevos habitantes de tierras lejanas. 

Podríamos decir en estricto rigor que Colón y sus hombres no descubrieron América pues esa tierra ya estaba poblada y habitada por otras culturas. Seguramente intentando ser más exactos podríamos hablar de que los primeros descubridores de esta masa continental que conocemos hoy como América fueron los primeros seres humanos que llegaron a poblar esa tierra, lo que se cree que ocurrió entre 18.000 y 14.500 años atrás, según han revelado los asentamientos arqueológicos descubiertos hasta ahora. Y luego no debemos olvidar que también existen teorías que postulan una llegada de vikingos a América en el siglo décimo. Por lo tanto, la palabra descubrimiento podría funcionar para esos europeos de siglo XV que descubrieron algo nuevo, pero no para los nativos del continente que ya vivían en esas tierras. 

Otro de los aspectos más controversiales sobre este encuentro entre dos mundos tan distintos es el costo que se tuvo que pagar, sobre todo de parte de los nativos americanos, a quienes les llamaremos así a pesar de la inexactitud del término según lo que hemos explicado, quienes fueron invadidos por los europeos, diezmados por las batallas de conquista, por las luchas intestinas que vieron confrontarse a los mismos pueblos nativos y también por las enfermedades nuevas que llegaron junto a los conquistadores y que afectaron gravemente a estas poblaciones que no poseían defensas contra ellas. No existe una cifra exacta sobre el número de nativos que murieron en este proceso de avance colonizador, sin embargo, se tratan de cifras impactantes. 

Pero estos encuentros, violentos y pacíficos, amistosos y belicosos, aportaron también cosas que pueden ser consideradas positivas tanto para los nativos como para los europeos. El intercambio cultural y tecnológico, el descubrimiento de nuevos animales y alimentos, el conocimiento y aprendizaje de cosmovisiones ricas y diferentes, el intercambio lingüístico, la apertura a nuevos mundos y finalmente el mestizaje, que no puede evaluarse como positivo o negativo, sino que debe comprenderse como parte de la identidad que hoy nos marca a una gran parte de los habitantes de las tierras americanas. 

Pero justamente en ese encuentro y choque cultural en el cual surge la semilla del encuentro, la creación y la riqueza, también se incubó el también el germen de la violencia, la destrucción, el aprovechamiento, la imposición cultural y el desprecio por la alteridad. 

Hoy todos esos fantasmas parecen resurgir de la caja de Pandora de que abrió Colón con su llegada a lo que hoy conocemos como América. 

La llegada de Colón y sus hombres es, sin lugar a duda, uno de los momentos fundamentales de la historia universal, y representa un encuentro y a la vez un choque cultural de dimensiones insospechadas para los hombres de ese tiempo. Este hecho tuvo tanta relevancia que el mundo dejó de ser el mismo desde ese momento. La ciencia, la religión y la historia, por nombrar algunos saberes, tuvieron que replantearse muchos de sus principios y verdades. Es por ello que hasta el día de hoy tal acontecimiento, que quizás solo podría equipararse hoy al arribo de seres de otros mundos a nuestro planeta, sigue siendo motivo de controversias y discrepancias, admiración y rencor para las civilizaciones y poblaciones que se vieron afectadas por tal hecho.
Spanish far-right VOX supporters during the election night rally in Madrid after Spain held general elections on April 28
Spanish far-right VOX supporters during the election night rally in Madrid after Spain held general elections on April 28. Source: AAP
En estos tiempos hemos visto como en algunos países se queman y se derriban estatuas de Colón, junto a las de otros colonizadores y esclavistas, se idealiza el pasado de los nativos americanos y se exige perdón y reparación a los descendientes de esos españoles, portugueses y demás europeos que osaron llegar a conquistar América en un día remoto. 

Por otra parte, están quienes defienden los hechos del pasado como acontecimientos ajenos a cualquier crítica, como si toda nuestra historia humana no fuera más que una marcha incansable e incontrarrestable hacia el progreso y el bien de toda la humanidad. Se minimiza la violencia y el salvajismo de algunos conquistadores justificando sus acciones como simples medios de un fin superior, la educación, culturización y civilización de esos nativos, quienes supuestamente dejaron el barbarismo, que nada podía aportar al hombre, para someterse a una cultura superior que donaba sus virtudes a punta de espada. 

Ambas miradas, cuando se radicalizan y manipulan los hechos para confirmar sus propias tesis, se alejan de la verdad histórica y se vuelven incluso nocivas para los grupos que las defienden, pues minan sus propias reivindicaciones. 

Ni los nativos americanos vivían en un edén y se comportaban como seres angélicos que vivían en total armonía con la naturaleza y los otros pueblos, pues cazaban, transformaban su entorno provocando incluso desastres naturales y practicaban la guerra contra sus vecinos, muchas de estas crueles y sangrientas. Pero tampoco los europeos llegaron simplemente a civilizar a bestias salvajes sin alma y les ofrecieron su cultura, tecnología, lengua y religión superior. La codicia, la maldad, el egoísmo y la barbarie fue parte de ese avance conquistador que mermó millones de vidas. Y la misma arqueología ha revelado con el tiempo los grandes avances tecnológicos y culturales que esos nativos poseían y habían desarrollado incluso muchos siglos antes de la llegada de Colón y sus hombres.
Identidad tras la llegada de Colon a América
Identidad tras la llegada de Colon a América Source: WikiCommons
¿Cómo entender estos acontecimientos históricos entonces a la luz del presente? Esos que dejaron una huella imborrable en el mundo, y más que nada en las poblaciones de América, cuya población es un variopinto crisol de lenguas, colores, costumbres, creencias, y que se refleja en nuestras propias pieles, en nuestra forma de hablar, en nuestros ritos, en nuestra manera de mirar al mundo, entre otras cosas. 

Seguramente con la verdad como principio y horizonte. Mirando hacia atrás en el pasado, sin manipular los acontecimientos para adaptarlos a las teorías que convienen a nuestros relatos y creencias. Y mirando hacia dentro de nosotros mismos, en el origen de nuestra identidad, comprendiendo lo que somos y cómo somos, es decir, consecuencia y suma de muchos hechos de la historia, tanto los que nos gustan como los que nos disgustan. 

Nuestra identidad es rica, compleja y única, pero a la vez colectiva. 

Somos hijos de nuestro tiempo, pero a la vez hijos de todo tiempo. Y no podemos cambiar el pasado, solo interpretarlo. Pero sí podemos luchar por otorgar justicia a las injusticias del ayer, hacerlo desde un hoy que contempla el ayer. Pero para que esa justicia sea plena y sea duradera debe cimentarse en verdades, alejada de manipulaciones y discursos acomodaticios. 

Tal como aquel 12 de octubre de 1492 puede ser concebido como un choque y un encuentro, de culturas, cosmovisiones y costumbres, nuestras propias identidades también pueden comprenderse como un inagotable choque y encuentro, con nuestro propio pasado, con los otros y con nosotros mismos. Así nos construimos como mundo, así nos construimos como seres humanos.

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