“Santi y el ordenador mágico.”
Santi echaba mucho de menos a su abuela
porque él estaba en Australia y ella en España.
Así que se sentó al ordenador para hablar con ella.
La abuela desayunaba y Santi estaba en pijama
porque en Australia era tarde pero en España por la mañana.
Santi le enseñó sus dibujos y sus pasos de baile,
le habló de sus amigos, de la playa, del parque.
Le contó que el día anterior había visto un canguro
y que en la playa se había divertido mucho.
Sacó de su cuarto su peluche favorito,
un gato amarillo que era suave y blandito.
Pensó que a la abuela le gustaría tocarlo,
echó carrerilla y atravesó la pantalla de un salto.
Apareció sentado en el regazo de la abuela,
que nada más verle se lo comió a besos y le dio una magdalena.
Juntos cantaron, bailaron, dibujaron y leyeron cuentos,
hasta que a Santi le empezó a entrar sueño.
—¿Puedo volver a casa con mamá y papá? —dijo.
—Claro que sí —respondió la abuela dándole un beso.
Santi echó carrerilla y saltando atravesó la pantalla de nuevo.
En un santiamén estaba en casa y desde allí le dijo a la abuela hasta mañana.
Se fue a dormir contento, comiéndose en sueños las migas de la magdalena que habían quedado esparcidas por su pijama.