Giovana Añez, su esposo Luis Martínez y sus dos bebés (una niña de un año y un varón de tres años) están a pocas horas de ser liberados de su cuarto de hotel en el centro de Sídney, tras 14 días de confinamiento.
La familia está entre los primeros grupos de australianos que llegaron a Australia luego de la imposición del gobierno de Scott Morrison, de que todas aquellas personas que regresaran del extranjero debían pasar dos semanas confinadas en hoteles designados en su puerto de entrada al país.
Giovana y su familia llevan ya más de un mes de encierro, ya que esta es su segunda cuarentena. La familia ya había cumplido con semanas de confinamiento en España, donde se encontraban visitando a sus familiares cuando los pilló la pandemia.
Giovana, una madre venezolana que lleva unos 8 años en Australia, dijo a SBS Spanish que cuando escuchó que debía pasar 14 días en un hotel en Sídney, ella se aseguró a sí misma que todo saldría bien.
“Yo decidí confiar que el gobierno australiano estaría haciéndolo bien, que nos cuidaría”, relata.
Giovana cuenta que, a diferencia de otros, para ella toda la experiencia ha sido positiva: desde que arribó en el aeropuerto, hasta el día 13 de la cuarentena, se ha sentido satisfecha.
“Todo lo que hemos necesitado nos los han suministrado. Si pido un microondas para la comida de mis hijos me lo dan. Si necesito una aspiradora porque mis hijos hicieron desastre me la dan. Si necesito desinfectante para lavar el baño, me lo dan. Todo lo que hemos necesitado, nos lo han dado”, dice.
“Ha sido un gran apoyo por parte de la policía y el gobierno y el hotel. Nos han dado todo lo que hemos necesitado para una estadía placentera.”
Giovana dice que, para poder sobrellevar la cuarentena, ella ha optado por mantener una perspectiva positiva constantemente.
“Yo creo que cualquier situación a la que nosotros nos enfrentemos, la actitud es la clave del éxito”, explica Giovana, al tiempo que añade que su enfoque es concentrarse en lo que tiene, y no en lo que le falta.
“No tenemos aire fresco, pero tengo un jacuzzi con agua caliente”, comenta.
“Si yo me enfoco en que no tengo aire fresco, me puede dar hasta un ataque de pánico, de asma”, confiesa. El domingo de pascua, el hotel hizo un esfuerzo por reconfortar a todas las familias confinadas.
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“Nos tocaron la puerta, salimos, y había un conejito con unos huevitos. A las dos o tres horas, recibimos una carta diciéndonos que esperan que estemos disfrutando de nuestra estadía”.
El hotel también les dio colores y patrones festivos de Pascua para que la familia dibujara. Desde el viernes santo, los desayunos han estado acompañados con huevitos de chocolate y los panecillos dulces con crucifijos que se comen tradicionalmente en Australia en Semana Santa.
Giovana cuenta que el hotel también transmitió imágenes de todo el equipo que se encontraba tras bambalinas apoyando a los confinados.
Yo pensaba de detrás de estas paredes no había nadie. No sentíamos un poco solos. Pero después que vimos unas imágenes que nos pusieron en las pantallas de la televisión de aquí, nos dimos cuenta de que hay un equipo grandioso detrás de todo esto.
La mañana del día 13 de cuarentena, las autoridades ingresaron a su cuarto para efectuar el procedimiento oficial de finalización de la cuarentena.
“La policía vino a hacernos un chequeo médico, donde nos tomó la temperatura a cada uno de nosotros. Nos preguntaron si teníamos algún síntoma”.
Luego de constatar que la familia se encontraba en buen estado de salud, la policía les otorgó su comprobante de que podrían salir del hotel a partir de la medianoche del lunes.
“Nos dieron unas cintas que nos pusieron a nosotros en los brazos y a los bebés en las piernas, que es como nuestro freedom, dijo el policía”.
Giovana cuenta que lo primero que hará una vez que llegue a su casa será cocinar para la familia y disfrutar de una comida al fresco.
“Vamos a desayunar, almorzar y cenar en el balcón de mi casa al aire libre”.
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