Se espera que los cambios introducidos en el Parlamento el mes pasado tengan un efecto desproporcionado sobre todo en los neozelandeses que viven en Australia, lo que profundizará la creciente división entre los dos países sobre las deportaciones.
Recordemos que las deportaciones han sido una fuente de tensión entre Nueva Zelanda y Australia desde que se fortaleció la prueba de carácter en 2014, lo que resultó en la expulsión de muchos residentes australianos de larga data si habían sido sentenciados a 12 meses de cárcel por un delito.
La Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha descrito repetidamente el tema como corrosivo, planteándolo tan recientemente como el mes pasado durante una visita a Melbourne.
Pero el gobierno australiano no muestra signos de retroceso.
Por el contrario, el Ministro de Inmigración, David Coleman, propone endurecer aún más las reglas para facilitar la deportación de decenas de miles de migrantes más, por motivos de carácter.
Bajo los cambios planeados, los titulares de visas que han cometido un delito que conlleva una sentencia máxima de por lo menos dos años, como el asalto común, automáticamente fallarán la prueba de carácter, incluso si no son sentenciados a la cárcel.
Entrevista con el agente de inmigración registrado, Miguel Mudbidri.
