La creación hace más de treinta años del cambió el enfoque en Australia para tratar a estos inmigrantes que trajeron consigo las heridas profundas del pasado causados por esas experiencias que “sólo conocemos cuando vemos una película de terror y que para ellos fue una realidad”.
Así describe a SBS Spanish, Jorge Aroche, director ejecutivo de STARTTS, ese horror que atormenta a personas que han vivido eventos traumáticos que llegan a Australia con una vida rota, sin poder reconstruirla sin la ayuda profesional acertada.
Hoy en día sabemos que las personas que han sobrevivido al trauma y a las torturas necesitan una ayuda especial, gracias a servicios como STARTTS, cuya creación ha contribuido a que la reputación de Australia en lo que se refiere a los servicios que se brindan a los refugiados que ingresan a través de sus programas de acogida sea un modelo mundial.
STARTTS ha atendido en sus más de 30 años de vida a unas 70.000 personas con “un impacto positivo en sus vidas”, según recalca el psicólogo de origen uruguayo y también presidente del Consejo Internacional para la Rehabilitación de Sobrevivientes de Tortura.
Antes de la creación de STARTTS, que fue una iniciativa de un grupo de profesionales de la salud mental sudamericanos que trabajaba en el oeste de Sídney, el gobierno australiano y los centros de salud consideraban que los sobrevivientes de trauma y tortura “vendrían a Australia e iban a estar bien. Y no era así”, explica Aroche.
En esa década de los ochenta ya vivían en Australia muchos refugiados de Chile, Argentina o Uruguay, pero también personas que huyeron de conflictos en Indochina (Laos, Vietnam y Camboya), mientras se gestaban en el mundo otros conflictos que después en los años posteriores darían pié a la entrada de refugiados de la exYugoslavia, de Afganistán, Irán, Irak, Sri Lanka, Perú, Colombia, Nepal o Birmania, para nombrar algunos.
“La gente había sido traumatizada y seguía sufriendo por el impacto no solo de la tortura, sino también por ser refugiados. No siempre la mayoría de las personas logra dejar ese impacto detrás. Un treinta por ciento es impactado de una forma que va a incidir en sus vidas, por lo menos en su capacidad de tener una vida plena y hacer uso de todas sus facultades”, precisa el experto en tratamientos psicológicos para este colectivo.Además las heridas dejadas por los traumas y la tortura se manifiestan físicamente y en aquella época los centros de salud trataban, por ejemplo, un ataque de pánico como un problema cardíaco, o consideraban que los relatos de las personas torturadas eran síntomas de paranoia dado que los profesionales de la salud de entonces no estaban familiarizados con los contextos en los que vivieron estas personas.
Jorge Aroche, executive director of STARTTS. Source: Supplied
“Muchas veces interpretaban algunas de las cosas de la gente como síntomas de paranoia, cuando (por ejemplo los pacientes) decían que tenían miedo de que la DINA les estuviera grabando las llamadas y cosas así y bueno después se supo por WikiLeaks que se sospechaba que la DINA estaba trabajando acá”, recuerda Aroche, al referirse a los relatos de algunos de los chilenos torturados por los servicios secretos del régimen de Augusto Pinochet (1973-90), la DINA.
STARTTS, que nació en el barrio de Fairfield, en el oeste de Sídney, comenzó a ver el contexto y el aspecto cultural de los sobrevivientes de trauma y tortura y a tratarlos de una manera integral, no solo a través de tratamientos psicológicos, sino también a través de otras actividades como las artísticas, y el trabajo con las escuelas y los centros comunitarios, en el corazón en donde transcurre la vida de las personas que sufren trauma y tortura.Aroche enfatiza que el trabajo de STARTTS se apoya en cuatro pilares básicos. El conocimiento del trauma y su impacto en el cerebro y el sistema nervioso, el entendimiento del contexto que rodea a cada uno de los sobrevivientes, el aspecto cultural que encuadra a la persona y su narrativa, así como el apoyo al personal que trata a estas personas para que puedan dar lo mejor de sí mientras escuchan los horrores que sufrieron y sufren sus pacientes.
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Aroche destacó las ayudas del gobierno federal y de NSW (Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sídney) en lo que se refiere a la financiación dado que en otros lugares del mundo este tipo de centros funciona por los esfuerzos solidarios de la gente o con ayuda de organismos de defensa de los derechos humanos.
“¿Y esto funciona? , pues al cien por ciento”, acota Arocha al precisar que los servicios que brinda STARTTS ayudan a las personas a sobrellevar las dolorosas heridas del trauma y la tortura e intentar tener una vida lo más plena posible.