Frost, de 74 años, vive en España desde 1991. Precisamente, al día siguiente de triunfar el Brexit en el referendo del 23 de junio, notó que tenía muy inflamada la pierna izquierda.
Rápidamente fue a una clínica de la sanidad pública en Málaga, en el sur de España, donde los médicos le dijeron que estaba sufriendo una trombosis.
Desde entonces, recibió inyecciones diarias por un coste mínimo, que le han permitido poner su vida a salvo.
Pero ahora, con la próxima salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), teme quedarse sin acceso a la sanidad pública española, al igual que miles de jubilados británicos instalados en esta soleada región.
"Sin atención sanitaria gratuita no me podría permitir vivir aquí", dice sentado en el sofá de su apartamento, en la 13ª planta de un edificio ubicado en Málaga y con vista a las montañas circundantes.
"Esta es mi casa, y aquí quiero quedarme. Quiero morir sentado en un balcón, apreciando las vistas, disfrutando del atardecer y con un vaso de vino tinto, y no en una calle gris y triste de Manchester, bajo un cielo plomizo y sin vistas", agrega.
- Preocupación y ansiedad -
En el país viven algo más de 300.000 británicos, de los que un tercio tiene más de 65 años, lo que hace de España el país que más expatriados alberga en todo el mundo, muy por delante de Francia (185.000) e incluso Irlanda.
Si se incluye a los que pasan en España una parte del año, la cifra asciende a un millón.
La preocupación es muy fuerte en la comunidad británica, a medida que se materializa el Brexit, empezando por la activación este miércoles del artículo 50 del Tratado de Lisboa.
"Nadie sabe realmente cómo va a salir esto", dice Julie Payne, de 65 años e integrante de "Brexpats in Spain", uno de los grupos que trabajan por defender los derechos de los británicos residentes en España.
"La gente está preocupada y ansiosa", añade Payne, quien se instaló en España en el año 2000 y vive en un chalé con piscina en Benalmádena, cerca de Málaga.
Y es que según ella, los jubilados no sólo tienen miedo de perder el acceso a la sanidad gratuita, sino también de que se les recorte el importe de sus pensiones.
- ¿Pensiones congeladas? -
Actualmente, y en virtud de las normas vigentes, se aplica un incremento anual, destinado a compensar la inflación, a todas las pensiones públicas británicas cobradas en España o cualquier otro país de la UE.
Pero la pregunta es si esta regla se mantendrá una vez que el Reino Unido abandone el bloque.
Esos incrementos anuales no se aplican por ejemplo a los jubilados británicos afincados en países que no son de la UE, como por ejemplo Australia y Canadá. En su caso, sus pensiones se mantienen al mismo nivel que cuando partieron del Reino Unido.
Por el momento, los jubilados instalados en España están acusando la caída de la libra esterlina, que ha perdido un 15% de su valor respecto al euro desde que la opción del Brexit se impuso en el referendo del 23 de junio pasado.
"Para algunos, esto se ha traducido en que ya no se pueden permitir ciertos lujos, como por ejemplo comer fuera. Para otros implica no poder encender la calefacción, o reducir el gasto en cuidados personales", explica Kelly Hall, una profesora de la Universidad de Birmingham que ha estudiado el caso de los jubilados británicos en España.
Hall precisa que la caída de la libra ha sido especialmente dura para quienes dependen por completo de su pensión estatal, que tiene un tope de unas 480 libras mensuales (556 euros al tipo de cambio actual).
El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, cree posible cerrar rápidamente un acuerdo con Londres para garantizar los derechos de los expatriados británicos residentes en España, como también lo cree Mark Sampson, propietario del local Eurobar en Benalmádena, que sirve pintas de cerveza por un euro.
Los españoles "no van a querer que nos vayamos y nos llevemos todo nuestro dinero y nuestro cariño por España", dice Sampson, de 50 años, que se mudó a Benalmádena desde Blackpool hace cinco años y en junio votó a favor del Brexit.