El aumento de la población en Australia resurge en el debate político en Australia y ha llegado al corazón del estado de Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sídney y es una de las ciudades del país que atrae más a los inmigrantes.
Recientemente el exprimer ministro australiano, el conservador Tony Abbott, encendió la mecha del debate al proponer que se recorte en casi un tercio la cuota anual de inmigrantes permanentes para permitir el desarrollo del país y hacer frente a problemas como la integración y el alto coste de la vivienda, lo que fue rechazado por el Gobierno de Malcolm Turnbull al considerar que los inmigrantes calificados aportan a la economía al pagar impuestos.
Este fin de de semana, el líder de los laborsitas en Nueva Gales del Sur (NSW, siglas en inglés), Luke Foley, dijo que el éxito económico de Sídney atrae a un tercio de los nuevos inmigrantes.
“El que Sídney esté lleno de rascacielos es la consecuencia inevitable del gran número de inmigrantes que se recibe”, dijo Foley a la radio 2GB.
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La semana pasada, Foley dijo a la prensa australiana que la cuota nacional de inmigrantes debería fijarse o limitarse durante cinco años.
“El Gobierno federal se lleva los beneficios (de una mayor inmigración a través de los ingresos tributarios), pero los gobiernos estatales tienen que pagar el coste”, recalcó Foley.
Australia tiene un tope en el número de inmigrantes permanentes que recibe que es de 190,000 desde 2011.
Pero no se ha fijado un tope en el número de inmigrantes temporales que incluyen a los trabajadores y estudiantes, algunos de los cuales posteriormente solicitan un visado permanente en el país.
Los datos del Gobierno australiano muestran que la migración neta, es decir el número de extranjeros que llegan a Australia menos el número de los que dejan el país, contribuye con 250,000 personas anuales a la población nacional.
Para este año se calcula que la población australiana llegue a 25 millones de habitantes.
Foley, quien goza casi de la misma popularidad que la actual premier liberal de NSW, Gladys Berejiklian, abogó porque los estados tengan más voz a la hora de decidir en la tasa de migrantes que recibe Australia al considerar que sus gobiernos deben hacer frente, en términos de infraestructuras, con los retos que se derivan del crecimiento poblacional.
Sus comentarios coinciden con los del expremier de NSW, el laborista Bob Carr, quien aboga por un recorte de la inmigración. Carr dijo el lunes a la ABC que las consecuencias de seguir manteniendo el actual crecimiento de inmigrantes podría causar restricciones en el acceso de espacios recreacionales alrededor de las playas de Sídney.
Por su lado, la premier Berejiklian rechazó el año pasado los pedidos del tesorero Dominic Perrottet; el titular de Educación, Rob Stokes; y el de Finanzas, Victor Dominello; en favor de que su gobierno participe en los debates migratorios por las preocupaciones en torno al precio de la vivienda, según publicó hoy el diario The Australian.
La premier considera que cualquier pedido para reducir la inmigración y una política sobre la población por parte del estado daría un mensaje racista.
Berejiklian no ha querido comentar los detalles de las discusiones de su gabinete que derivó entonces en el anuncio de ayudar para las personas que compraban por primera vez una vivienda, agregó el diario.
Berejiklian rechazó también el pedido de Foley al enfatizar que “la última vez que un líder laborista habló sobre este tema, resultó en la cancelación de proyectos y la paralización de la construcción de infraestructuras” durante un período de 16 años.
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