Sam insistió. Después de una charla intensa me llevó a un puticlub para reforzar sin palabras sus argumentos, como un embate a la brutalidad de las mías. Más de un ciento de jóvenes abarrotando un antro, como corderos, como ganado para matarife.
Con sus pestañas largas, sus vestidos apretados, sus tacones altos y maquillaje de porcelana, mientras nosotros dábamos una vuelta en ese mercado de carne y sexo.
¿Te crees de mente abierta? ¡Esta es la realidad! Me decía Sam golpeándome con la verdad, cruda, dura, que sabía que existía y que no pude aguantar.
Si de mente abierta, sí, pero era demasiado y lo peor, no podía cambiar la realidad, esa realidad, de cientos, de miles, de millones de mujeres de cara de porcelana o de pechos caídos, protagonistas de una historia que se repite y repite. Es una historia de explotación sexual y quizá una historia que comienza con un sueño en Birmania por salir de un conflicto que termina en las redes de una mafia. Es una historia parecida a la de miles de mujeres perdidas, a niñas que son obligadas a prostituirse también en los pueblos mineros en latinoamérica, en cualquier parte del mundo contra su voluntad.
¿Cuántas de ellas están por decisión, si así podríamos decir, y cuántas por las mafias clandestinas que les confiscan pasaportes o las subyugan con métodos violentos, como la adicción a las drogas?
BANGKOK THAILAND AUG 21 2006--- in Bangkok Thailand , Monday Aug. 21, 2006, where John Mark Karr DENVER POST PHOTO BY RJ SANGOSTI Source: Denver Post
- Sácame de aquí, entré en pánico, que casi nunca tengo. Sácame, le dije, y sé que salí de control porque veo las huellas de sus dedos en mis brazos queriendo volverme a tierra en esa asfixia por todo el asco de cada una de las transacciones de esa noche.
...
No pude dormir y el conductor que había contratado venía temprano. Estaba con resaca, con el cuerpo molido, con el alma partida, pero necesitaba salir de Bangkok y de los fantasmas de las prostitutas. Phetchamburi era un buen destino.
Source: R.O./SBS Spanish
Primero un templo en una cueva con imágenes budistas (Tham Khao Luang) que replicaban la sensación de asfixia y escalones en subida de penitencia para ir, de alguna manera, redimiendo cada uno de esos destinos. Una acción ilusa que no ayuda a nadie. Pensaba en los encierros, en aquellas cosas que se leen con la crudeza que por ejemplo narra el mexicano Cepeda en "Malena o el fémur más bello del mundo" o "Las mujeres forman la mitad del cielo", sobre la cruda realidad de la trata de personas y la prostitución en el mundo.
Source: R.O./SBS Spanish
Después un templo de madera solitario para ir pensándolas una a una (Wat Yai Suwannaram) y finalmente un parque nacional con laberintos, cuestas y un sol abrasador para arrancar ese impacto entre visitas entre campanarios y altares.
Phetchaburi desde arriba, en la cúspide (Khao Wang (Parque Histórico Phra Nakhon), te pone por encima del bien y del mal, te da un respiro, el aliento para seguir, un aliento que quizá nunca tenga esas mujeres con las que me crucé.Pero la tregua es efímera o eso te lo confirma un mono con mirada inquisitiva, que te recuerda que el asalto de espanto está a la vuelta de la esquina.
Source: R.O. /SBS Spanish
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