Los dos líderes hicieron frente a los medios de comunicación fuera de la Casa Kirribilli en Sydney después de las reuniones de la mañana.
El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull defendió la deportación de los ciudadanos de Nueva Zelanda como algo moral, a pesar de que la primera ministra del país vecino, Jacinda Ardern, dice que no tiene sentido que alguien que nunca ha puesto un pie en su país sea enviado allí.
La política de Australia de deportar a personas, incluidos los neozelandeses, que no superan la prueba de carácter en la ley de migración, fue un punto de tensión durante las conversaciones entre los dos líderes.
El enfoque ha sido fuertemente debatido entre las dos naciones desde que Australia cambió su ley hace tres años para que los no ciudadanos puedan ser deportados por razones que incluyen ser sentenciados a un año o más en prisión.
Nueva Zelanda se ha visto muy afectada por el cambio en la ley de migración debido al número de sus ciudadanos en Australia.
La legislación ha sido muy controvertida en los casos en que los ciudadanos de Nueva Zelanda han estado en Australia por décadas o desde que eran niños pequeños.
El caso reciente más prominente involucra a un hombre, Alex Viane, quien nació en Samoa Americana y recibió la ciudadanía de Nueva Zelanda cuando era niño, pero nunca ha visitado la nación.
Un periodista de Nueva Zelanda le preguntó a Turnbull si enviar a los neozelandeses que nunca habían estado en Nueva Zelanda fue algo moral. "La respuesta a su pregunta es sí", dijo Turnbull, dejando en claro que la política no cambiaría.
Pero enfatizó que los neozelandeses que iban a ser enviados desde una cárcel australiana a través del acuerdo Trans-Tasman tenían el derecho de apelación.
Turnbull dijo que las últimas cifras proporcionadas a ambos líderes esta mañana mostraron que poco menos del 40 por ciento de las apelaciones habían tenido éxito.
"Esto está de acuerdo con la ley australiana, y el proceso es uno y justo", dijo.
"Absolutamente acepto que el gobierno australiano está dentro de sus derechos de ejercer su política de deportación como lo han hecho", dijo la primera ministra Ardern.
"He vuelto a plantear, como lo hemos hecho en ocasiones anteriores, elementos de la política de deportación donde, por ejemplo, alguien nunca ha pisado tierra en Nueva Zelanda.
"Hemos estado interesados en asegurarnos de que el gobierno australiano conozca nuestra perspectiva sobre eso y nuestro firme propósito, pero finalmente está en manos del gobierno australiano determinar cómo manejan ese elemento de la política".
Turnbull dijo que era consciente de la fuerza de los sentimientos sobre el tema en Nueva Zelanda, pero señaló que la política se aplica a todos los ciudadanos no australianos.
"Es nuestro derecho soberano determinar si, y en qué circunstancias, los no ciudadanos pueden permanecer dentro de nuestras fronteras y dentro de la suya en Nueva Zelanda", dijo.
En vista de que Turnbull se negó a aceptar la necesidad de un cambio de política, los periodistas le preguntaron a Jacinda Ardern si su nación estaba "siendo intimidada".
Ardern lo rechazó, diciendo que Australia había hecho algunas concesiones en el proceso de apelación. Pero dijo que seguiría argumentando que las personas nacidas en Australia no deberían estar sujetas a la deportación.
"Lo que estamos buscando es poner fin a algunos de esos casos en los que, desde nuestra perspectiva, no tiene sentido que alguien que nunca ha pisado Nueva Zelanda sea deportado aquí (a Nueva Zelanda)", dijo Ardern.
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