El último informe del índice de accesibilidad a la vivienda de alquiler (Rental Affordability Index) muestra que Hobart es ahora la ciudad capital menos asequible de Australia, aunque a los inquilinos del resto del país no les va mucho mejor. Con la disparidad entre los ingresos y el aumento de los precios de alquiler, los trabajadores peor pagados son los más afectados.
El último informe del índice de accesibilidad a la vivienda de alquiler ha descubierto que la brecha entre los ingresos y los precios de alquiler se está haciendo mayor. Acorde a estos cálculos, la capital de Tasmania, Hobart, está en cabeza como la ciudad australiana más inasequible para los inquilinos.
El informe del índice de accesibilidad a la vivienda define el estrés de la vivienda cuando a partir del 30% del ingreso de un hogar se gasta en el alquiler.
El hogar promedio en Hobart utiliza el 29 por ciento de sus ingresos totales en concepto de alquiler, mientras que los hogares de Sydney gastan el 27 por ciento y Adelaide el 26 por ciento. Brisbane, Melbourne, Canberra y Perth siguen de cerca en este orden.
La autora del informe, Ellen White, dice que los que están en el grupo de ingresos más bajos son los más afectados.
"La verdadera crisis está ocurriendo en los hogares de menores ingresos: personas con salarios mínimos, trabajadores de la hostelería y otros trabajadores que realmente impulsan la productividad de la ciudad".
El director ejecutivo de la Hermandad de San Lorenzo, Conny Lenneberg, dice que estos trabajadores también están obligados a gastar una parte considerable de sus ingresos en transporte.
"Estas personas están siendo empujadas hacia las afueras de las ciudades, y tienen que pasar una hora y media o más en tránsito, que supone a la vez el tiempo y costo, viajando tal vez tres horas por día para un turno de cuatro", detalla Lenneberg.
Las mujeres mayores y solteras y los refugiados se encuentran entre los más vulnerables. También es más probable que alquilen por más tiempo debido al aumento de los precios de la vivienda.
Una mujer pensionista llamada Moira, que no quiere que se use su apellido, se encuentra entre este grupo de personas. Ella dice que gasta la mayor parte de sus ingresos en el alquiler.
"El problema con la cantidad de renta que pago en comparación con mis ingresos es, básicamente de tres cuartas partes de mi pensión, lo que no deja mucho sobrante. Como resultado, no puedo pagar un automóvil. Me gustaría tener uno, pero no puedo. No tengo televisión. No recuerdo la última vez que compré ropa. No recuerdo la última vez que prendí la calefacción".
Las organizaciones de asistencia social dicen que la solución radica en una estrategia nacional de vivienda que abarca medidas de suministro de vivienda, planificación e inversión corporativa.
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