El cardenal George Pell, la máxima figura de la iglesia católica australiana y el número tres del Vaticano, retornará al Tribunal de Magistrados de Melbourne en una vista preliminar en la que comparecerán varios de sus excolegas en el proceso para determinar si se le abre un juicio por múltiples acusaciones históricas por abuso sexual a menores.
Las acusaciones y el número de demandantes se desconocen en este proceso contra el prelado de 76 años que fue acusado el año pasado por la Policía de Victoria ante la justicia australiana.
El martes, dos excolegas dieron pruebas sobre dónde se cambiaba Pell sus vestimentas con la ayuda de otro sacerdote o un asistente.
El sacerdote Charles Portelli dijo que era “imposible” que los miembros del coro pudieran entrar en la sacristía, la pequeña habitación usada como vestuario y para guardar el vino del altar y otros objetos religiosos de valor.
La persona encargada del mantenimiento de la sacristía dijo que no era posible que los miembros del coro interactuaran con el clero.
Las vistas preliminares comenzaron hace tres semanas y desde entonces han testificado varios testigos, entre ellos víctimas o familiares en un lugar no hecho público y sin que el público tenga acceso a sus declaraciones.
Las acusaciones "históricas" contra Pell, quien se ordenó como sacerdote en 1966 y trabajó en parroquias y escuelas en el estado de Victoria hasta llegar a los cargos de arzobispo de Melbourne (1986) y Sídney (2001), pueden abarcar todo ese período de labor religiosa en Australia.
El prelado de 76 años, a quien el papa Francisco autorizó un "periodo de excedencia" del cargo de prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano para afrontar el juicio en Australia, ha asegurado tajantemente en varias oportunidades que es inocente.
Pell compareció en tres ocasiones como testigo, una de ellas por videoconferencia desde Roma, ante la Comisión Real que investigó la respuesta de las instituciones australianas a los abusos sexuales de menores en su seno.
Tras cinco años de investigaciones, la Comisión determinó que la pederastia en el seno de las instituciones australianas constituían una "tragedia nacional" y recomendó que el celibato sea voluntario dentro de la Iglesia católica.
Según la Comisión, la Iglesia católica australiana recibió quejas de 4.500 personas por presuntos abusos a menores cometidos por unos 1.880 miembros de esta institución, sobre todo por parte de sacerdotes entre los años 1980 y 2015, aunque algunos casos se remontan a la década de 1920.
Sin embargo, la Comisión no investigó los presuntos casos de pederastia de Pell.
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