Puerto Príncipe, Haití | AFP | martes 14/02/2018 - 08:12 UTC+11 | 729 palabras
por Amelie BARON
El escándalo que sacudió a la ONG británica Oxfam tras las revelaciones de orgías con prostitutas en Haití destaca la relativa impunidad de estas organizaciones en Estados débiles y con sus habitantes sometidos a la extrema pobreza.
Sanidad, educación, urbanismo, gestión del agua... En Haití, las ONG trabajan desde hace décadas en múltiples sectores, hasta el punto de sustituir al Estado que, de golpe, también pierde el control de parte de las ayudas al desarrollo.
"Hablamos de 600 ONG presentes y hubo un aumento extremadamente importante de su presencia tras el terremoto de 2010: es evidente que muchas ONG trabajan sin estar inscritas en el Ministerio de Planificación", revela Camille Chalmers, economista haitiano.
"Ha habido un aumento en el flujo de ayuda bilateral y multilateral a través de las ONG, lo que los convierte en actores imprescindibles en el desarrollo de políticas públicas", señala Chalmers.
- "Mundos paralelos" -
Esta preponderancia se acentuó aún más desde que el financiamiento se realiza en dólares estadounidenses, lo que ha creado un abismo entre los trabajadores de estas organizaciones y el resto de la población.
"Cobrar los ingresos en dólares estadounidenses es un privilegio enorme en la sociedad haitiana: los niveles de vida son diferentes", asegura Chalmers.
Ante el desempleo masivo, cerca del 60% de los haitianos sobrevive con el equivalente a menos de dos dólares por día, que consiguen por pequeños trabajos informales.
Para el economista, coexisten "mundos paralelos" en las ONG que "funcionan dentro de una lógica de extraterritorialidad. Ellos construyen su propio territorio, su fortaleza, con una lógica diferente a las del resto del país".
Un distanciamiento que ahora se denuncia aún con más fuerza tras el escándalo que ha sacudido a la organización británica Oxfam, y que podría contribuir a una sensación de impunidad en algunos organismos humanitarios.
"Oxfam podría haber reaccionado mejor. El inconveniente de su enfoque radica en el hecho de no haber notificado a la policía los actos que violan la ley", se quejó el abogado Mario Joseph.
La directora adjunta de Oxfam, Penny Lawrence, renunció el lunes por el escándalo que data de 2011, en hechos que ocurrieron durante una misión humanitaria por el terremoto que dejó más de 200.000 muertos en Haití en 2010.
Según el abogado, la economía de las ONG y su asistencia vital han provocado que se distorsione su relación con las autoridades y las fuerzas del orden.
"Las ONG funcionan con más dinero que el Estado haitiano. La policía es impotente", asegura Joseph. "Ellos vienen a apoyar los derechos de las mujeres, los niños y son ellos mismos los que, con el poder económico y aprovechando las debilidades en el país, cometen abusos o violaciones, sabiendo que hay impunidad porque el Estado no pide rendir cuentas".
- Miedo de lanzar la alerta -
El escándalo, revelado el viernes por el diario británico The Times, es un llamamiento a la comunidad humanitaria mundial. En Haití, los empleados extranjeros se comparten entre el miedo a la mezcolanza y el deseo de mejorar las relaciones.
"Las políticas de protección (a beneficiarios de la ayuda humanitaria) existen desde hace mucho tiempo en el seno de la Naciones Unidas y la mayoría de las ONG también, pero en los casos de explotación y abuso sexual, sigue siendo un problema el poder lanzar la alerta sin sufrir personalmente" las consecuencias, asegura la responsable de una organización humanitaria en Haití.
Oxfam informó el lunes que cuatro trabajadores habían sido despedidos y otros tres dimitieron tras una investigación interna, lanzada en 2011.
La idea de que un responsable de la organización, sospechoso de crímenes sexuales, pudiese continuar su carrera es lo que sorprende en el seno de la comunidad humanitaria. Pues el principal dirigente señalado por el caso de las orgías con las prostitutas en Haití fue nombrado allí pese a preocupaciones sobre su comportamiento hacia las mujeres durante su anterior trabajo en Chad, según The Times.
"Mi mayor problema es que alguien, acusado y condenado por explotación sexual, fuera capaz de encontrar otros puestos de trabajo en otros países", protestó la responsable humanitaria.
"Es un fracaso de los servicios de recursos humanos. Muchos llaman a la creación de una lista negra en la comunidad humanitaria", dice ella.
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© Agence France-Presse
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