La parte más difícil de ser madre primeriza no fueron las noches de insomnio o el llanto constante, sino más bien cómo la gente reaccionó frente a mi hija Aysha y a mí en público. Un día la llevaba al banco cuando un empleado vino a ayudarme. "¡Qué lindo bebé! ¿De quién es?"
Estaba tan sorprendida que todo lo que pude decir fue, "¿Perdón?" Me sonrió, "Así que eres una niñera, ¿verdad? ¿De quién es este bebé?", me preguntó.
Cuando le contesté que era mía, me encontré con una risa. "Pero eres TAN oscura", dijo. Este fue mi bautizo en una serie de extrañas reacciones y conversaciones que se dieron mientras mi marido y yo navegábamos por la sociedad con nuestra familia bi-cultural.
"Tener que convencer a la gente de que soy la madre de Aysha, es a partes iguales ridículo y doloroso”.
Puntos destacados:
- Las parejas biculturales se enfrentan muchas veces a incidentes incómodos por la diferencia del color de la piel entre los hijos y los padres.
- Los comentarios y reacciones de la gente hacia mi familia vienen de un lugar de curiosidad más que de malicia, según la escritora.
- Maryam Johnson y Casey Johnson se conocieron hace siete años. La pareja está casada y tiene dos hijos.
Nací y crecí en Arabia Saudita, pero mi familia es originaria de Pakistán. Emigramos a Australia cuando yo tenía nueve años. Mi marido, Casey, es un australiano de octava generación con ancestros vinculados a la Tercera Flota.
Nos conocimos en uno de nuestros últimos días de universidad. Él pasaba caminando y le dije a mi amigo: "Creo que lo conozco". Para mi vergüenza no lo conocía, pero como el destino quiso, lo hizo, e inmediatamente nos presentó.
Nuestro viaje para casarnos fue tumultuoso. Experimentamos tensiones familiares y a medida que pasaba el tiempo más y más gente se preguntaba "¿Vale la pena esto?". Había una gran cantidad de opiniones de la familia extendida en todo el mundo.
Durante mucho tiempo, se sintió como una conferencia telefónica internacional en curso con todo el mundo interviniendo en el debate. Sin embargo, con mucha perseverancia y convicción, finalmente llegamos allí. Celebramos nuestro matrimonio con ceremonias de reconocimiento de nuestras dos culturas.
Situaciones incómodas
Ha habido incontables veces desde el incidente del banco que he tenido que asegurar a extraños que Aysha es mi hija. Un día, un vecino vino a informarnos sobre los árboles que estaban siendo cortados detrás de nuestra casa. Le dijo a Casey, mientras señalaba a mi hermana de piel más clara, "Así que esta debe ser tu esposa". "No", respondió Casey, "ella es", dijo, señalándome a mí.
El vecino sacudió la cabeza y dijo: "Pero no se parece en nada a su hija".
Tener que convencer a la gente de que soy la madre de Aysha, es a partes iguales ridículo y doloroso. El hecho es que ella tiene mis ojos, mi sonrisa, mi temperamento y mi talento creativo. La gente parece atascarse en la diferencia de color.
Mi marido no se ha enfrentado a las mismas preguntas de la sociedad sobre Aysha siendo su hija. A menudo me pregunto si es porque ella tiene la piel clara, como él, o que no es tan común que él sea cuestionado en la sociedad en absoluto.
Curiosidad, no malicia
Sé que los comentarios y reacciones de la gente hacia mi familia vienen de un lugar de curiosidad más que de malicia.
Hace poco estuve embarazada de mi hijo y se especuló mucho sobre el aspecto de este bebé. A esta altura ya estaba bien versada en las conversaciones sobre el color y la apariencia.
A menudo, yo bromeaba, "Bueno, yo estoy haciendo mi parte soleando mi vientre... para que pueda estar bronceado!" o "Es una enorme reserva de genes, podría salir con cualquier aspecto!".
El humor es un mecanismo de defensa, una forma de ganarle a la gente. Una vez que nació mi hijo Noah, los comentarios que recibí fueron exclamaciones de que se veía "igual que papá" o "un mini Casey".
Recientemente estábamos en una fiesta y yo acababa de terminar de alimentar a Noah y lo sostenía en mi cadera mientras cantábamos el feliz cumpleaños y otro padre se volvió hacia mí y me preguntó: "¿Este es tu bebé?"
"Sí", respondí. "Ciertamente lo es". Noah tiene seis meses y sé que me esperan más preguntas a medida que crezca y sus rasgos se definan más.
La experiencia de criar niños bi-culturales me ha hecho muy consciente de la preocupación de la sociedad por el color. La gente encuentra extraño cuando los niños no se parecen a sus padres.
Sé que los comentarios y reacciones de la gente hacia mi familia vienen de un lugar de curiosidad más que de malicia. A medida que más gente se involucre en relaciones fuera de su propia cultura, creo que encontraremos menos sorprendente y más afirmador ver familias de todos los colores juntas.
Maryam Johnson es una escritora independiente. Puedes seguir el viaje familiar de Maryam en Instagram @featherandfable.