Australia prevé alcanzar los 25 millones de habitantes al final de la jornada de hoy martes 7 de agosto y las nuevas cifras oficiales, publicadas por el diario The Australian, muestran que de los 112.000 inmigrantes con cualificaciones que llegaron en el año fiscal pasado al país, el 87 por ciento de ellos se afincó de forma permanente en las ciudades de Sídney y Melbourne.
En Australia se debate desde hace algún tiempo en torno a la potencial reducción de la cuota de inmigrantes y un nuevo enfoque en las políticas migratorias.
Incluso políticos como el exprimer ministro Tony Abbott considera que la inmigración ha influido en los precios de las viviendas, la congestión en las carreteras, el déficit de servicios y el coste del abastecimiento energético en los hogares.
El ministro de Ciudadanía, Alan Tudge, abogó por el control del tamaño y la distribución, según un discurso que se divulgó antes de su presentación hoy ante un foro del Consejo Empresarial de Australia en Melbourne.
“Si la población se distribuye de forma más pareja no experimentaríamos la presión en la congestión que se tiene hoy en día en Melbourne y Sídney. Tampoco ocurriría si la infraestructura se construye antes de su demanda”, reza el discurso.
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Estas medidas incluirían visados condicionales respecto a la proporción de los nuevos inmigrantes con cualificaciones que se afinquen en otras ciudades que no sean ni Sídney ni Melbourne, así como en áreas regionales.
Tudge se encuentra en conversaciones con el premier de Australia del Sur, Steven Marshall, sobre la acogida de inmigrantes con cualificaciones a Adelaida.
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Según el diario The Australian, el grupo que podría ser afectado es el que recibe los visados independientes para los trabajadores con cualificaciones, que se apoya en un sistema de puntos en lugar de un auspicio de su empleador. Este aglutina a unas 44.000 personas cada año.
El Gobierno de Turnbull recientemente recortó la cuota anual de inmigrantes con cualificaciones, de 190.000 a casi 162.000 este año, una cifra que se considera una de las más bajas en una década, debido a una revisión del proceso de otorgamiento de visados, según el diario de News Corp.
Al margen del debate en torno a la población, Tudge busca que se gestione este crecimiento “de tal manera que beneficie a todos los australianos”.
“El caso por una mayor migración de personas con cualificaciones es fuerte, pero ésto no se traduce en que un mayor número de inmigrantes con cualificaciones es mejor. Hay una necesidad de equilibrio”, precisa su discurso.
Tudge quiere que se tenga en cuenta las necesidades de la comunidad empresarial, el impacto en el precio de los terrenos y las viviendas, así como los servicios compartidos y la congestión vehicular.
“A esto se suma que, si la inmigración no es gestionada con cuidado, puede derivar en una fragmentación y agravar los problemas de seguridad”, según el punto de vista de Tudge.
Según informes de la Oficina del Tesoro y el Ministerio del Interior, el programa de inmigración aporta un 1 por ciento al Producto Interior Bruto cada año.
“Es más fácil pagar 12 submarinos con una economía de 1,5 billones, que con la mitad de este dinero”, considera el ministro de Ciudadanía.
Sin embargo, Tudge cree que algunos aspectos del programa migratorio fallan dado que la tasa de desempleo que experimentan los nuevos inmigrantes en los primeros seis meses de su llegada ha aumentado de 12 por ciento, en 2009, a 22 por ciento en 2011, de acuerdo a datos citados por el
“No siempre hemos atraído, de forma consistente, a los mejores y más listos, mediante este esquema”, opina el ministro.