La comunidad de Fairfield y las de otros dos municipios del suroeste de Sídney están alarmadas por el incremento desde el 10 de julio de la presencia policial- que incluye a las patrullas a caballo- para hacer cumplir las medidas de restricción impuestas para eliminar el brote con la variante Delta que ha obligado al confinamiento de la zona metropolitana de Sídney y las comunidades aledañas desde el 26 de junio hasta por lo menos el 30 de julio.
Las medidas se han ido endureciendo más y más, incluyendo la limitación a las salidas de los trabajadores de las jurisdicciones de Fairfield, Canterbury -Bankstown y Liverpool, las pruebas obligatorias cada tres días para detectar la COVID-19 de aquellos que tengan que salir de la zona a trabajar, entre otras, lo que hace sentir a estos pobladores que se encuentran en un “campamento gigante de cuarentena”, según publicó recientemente el Sydney Morning Herald.
En medio de estos sentimientos encontrados de rabia, frustración y alarma, el sábado pasado, un centenar de personas protestó en el parque de Bankstown contra el endurecimiento de las medidas, lo que supuso la intervención policial y arrestos por violar las medidas de bioseguridad, como son la prohibición de las reuniones o el uso obligatorio de mascarillas, que están vigentes durante la crisis sanitaria de la COVID-19.
Puntos destacados:
- La comunidad de Fairfield y las de otros dos municipios del suroeste de Sídney están alarmadas por la “militarización” de este barrio, tienen una gran población de inmigrantes, entre ellos refugiados políticos y de habla hispana.
- Jorge Aroche, psicólogo clínico y director ejecutivo del servicio para el tratamiento y rehabilitación de supervivientes de tortura y trauma (STARTTS) expresó a SBS Spanish su preocupación por el despliegue de las fuerzas del orden, con la Policía montada y perros, por el impacto que tiene en la salud mental de personas vulnerables.
- La rapidez con la que se cambian las reglas en NSW no permite trasladar la información a la comunidad que habla otras lenguas, lo que añade a la confusión y frustración, alertaron diversos pobladores y representantes de organizaciones.
Jorge Aroche, psicólogo clínico y director ejecutivo del servicio para el tratamiento y rehabilitación de supervivientes de tortura y trauma (STARTTS) expresó a SBS Spanish su preocupación por el despliegue de las fuerzas del orden, con la Policía montada y perros, por el impacto que tiene en la salud mental de personas vulnerables.
“La militarización de un barrio donde nunca se ha visto este tipo de presencia policial es alarmante para muchos de nuestros clientes, sobre todo aquellos que han sobrevivido situaciones bastante difíciles en contacto con la policía y gente en uniforme en sus países”, comentó Aroche, al referirse a muchos refugiados que han sido torturados o maltratados por las fuerzas del orden durante los conflictos de los que huyeron en sus países de origen.
Aroche ha asegurado que STARTTS y otras organizaciones han abordado el asunto con la Policía de Nueva Gales del Sur y ésta ha asegurado que tendrá en cuenta y prometió que no llevaría a la zona a agentes “de otros lugares que no están familiarizados con la cultura de la gente que habita en Fairfield” y que se asegurarán de informar y se cumplan las restricciones sin “mano pesada” para “no causar más daño y no ar la impresión de que se está militarizando el lugar”.
Por su lado, la Policía de Fairfield, agradeció en un español en su cuenta de Facebook por su “cooperación, paciencia y cumplimiento (de las reglas)”.
Efectos del confinamiento estricto
Los efectos del aislamiento son también motivo de preocupación para los especialistas en salud mental y Aroche resalta la importancia de mantener la comunicación de algún tipo, sobre todo considerando el efecto acumulativo de más de un año de pandemia.
“Es importantísimo que tratemos de buscar formas alternativas de hacer cosas que nos mantengan saludables, de seguir haciendo ejercicio y seguir teniendo contacto con gente que nos pueda apoyar, (…) por lo menos a través del teléfono o de plataformas en línea y tratar de mantener ese contacto”, señaló Aroche.
“Muchos de ellos tienen recuerdos de momentos de privación, les trae una inquietud en un contexto de represión, de guerra, y es como que esto de hacer cola, de no poder acceder a espacios, de no poder reunirse con otras personas, de ver menos gente en las calles, les traen recuerdos”, precisó Aroche, en una entrevista pasada, Aroche explicó a SBS Spanish .
Entonces, el psicólogo clínico explicó que la pandemia detona “gatillos de memorias perturbadoras”. Además, el hecho de que puedan padecer de aislamiento social por su condición, “les hace difícil establecer relaciones de confianza con la gente y acceder a servicios cuando (anteriormente) se han sentido traicionados por estos servicios, por la gente y por las instituciones sociales”.
Exigen claridad entre tanto cambio
En declaraciones al Sydney Morning Herald, Rafid Elias, que tiene el 50 por ciento de la propiedad del Fairfield Plaza Fruit World, que la gestión del gobierno de Gladys Berejiklian de la pandemia es “buena y mala” al recalcar que “la gente no entiende los detalles de la ley” y “las medidas siguen cambiando y crea confusión”.
Juana Reinoso, directora ejecutiva de los Servicios Comunitarios CORE, dijo que el endurecimiento de las restricciones pondrán a mucha gente bajo estrés financiero y la empujará a endeudarse.
“Necesitamos más tiempo para que el material traducido llegue a toda la comunidad para que la gente entienda lo que se le pide hacer”, explicó al Sydney Morning Herald al insistir en que “las reducidas ventanas de tiempo en la imposición de medidas crean más confusión y miedo en la comunidad. Esperamos que el gobierno tenga en cuenta esto antes de añadir nuevas reglas”.