El consumo de insectos no es un concepto nuevo. Muchas culturas en todo el mundo los llevan incluyendo en su dieta desde hace miles de años.
Desde las hormigas hasta las larvas de escarabajos, consumidas por tribus en África y Australia, hasta las langostas y escarabajos fritos crujientes que se disfrutan en Tailandia, está largamente probado que los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado.
La mayoría de los países occidentales, sin embargo, no miran aún con buenos ojos el incorporar insectos en su dieta, aunque esta actitud podría empezar a cambiar gracias al trabajo de la doctora Paula González Rivas, una veterinaria e investigadora de origen chileno que lleva varios años en Australia estudiando los beneficios de la ingesta de insectos o entomofagia.La doctora González Rivas actualmente trabaja en la Universidad de Melbourne, y junto a su esposo, que es médico nutricionista, trabaja en un proyecto para la educación, información y comercialización de insectos en Australia, al que han llamado “My Little Livestock”.
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“El principal objetivo de nuestro pequeño emprendimiento es la educación y tratar de enseñar a la gente que se pueden generar pequeños sistemas productivos en la casa, y los beneficios es que no se necesita comprar alimentos, porque ellos utilizan vegetales que sobran de preparar las comidas en casa, consumen muy poco y producen gran cantidad de proteína”, explica.
González está decidida a educar a la población sobre los beneficios de consumir insectos, pero además de producirlos en casa.
“Tenemos un pequeño sistema de producción del gusano de la harina, que es conocido en inglés como mealworm que es la larva de un escarabajo, que se llama el escarabajo negro. No es un gusano, es una larva. Es totalmente inofensivo, no vuela, no muerde, no emite olores y no hace ruido”, detalla González.
La veterinaria explica que la esencia de su proyecto es tratar de encontrar una alternativa sostenible a la producción animal y que aporte nutrientes abundantes y disponibles para la población humana.
Con los problemas climáticos a nivel mundial, se empiezan a enfocar los esfuerzos en buscar alternativas al consumo de carnes y los insectos se ven como una opción más saludable, económica y amigable con el medio ambiente. Los insectos producen muchos menos gases de efecto invernadero, (comparado con la producción bovina, por ejemplo), necesitan menos cantidad de tierra para ser producidos, consumen menos agua, y el porcentaje de nutrientes que poseen es más alto si se compara con la carne de res.
También son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y zinc.La , la organización de la ONU para la agricultura y la alimentación, estima que al menos 2 mil millones de personas en todo el mundo comen insectos regularmente. Según esta institución más de 1.900 especies de insectos han sido documentadas en la literatura como comestibles, la mayoría de ellas en países tropicales.
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Los grupos de insectos que se añaden a la dieta con más frecuencia son: escarabajos, orugas, abejas, avispas, hormigas, saltamontes, langostas, grillos, cigarras, termitas, libélulas y moscas.
González explica que no hace falta comerlos enteros con patas, antenas o alas, sino que se pueden consumir deshidratados en forma de harinas para incorporarlas en preparaciones tradicionales.
“Cuando se aplica en las proporciones que se recomiendan, alrededor de un 20 por ciento, lo que genera es un sabor bastante parecido a las nueces, al cacahuete, es un sabor agradable, la gente tiene que empezar a conocerlo poco a poco, en la dieta y es ese nuestro objetivo en los talleres que hacemos para dar a probar, hacer demostraciones, y ver si la gente se entusiasma”, recalca.
Hay compañías que venden insectos frescos congelados que necesitan ser cocinados a altas temperaturas, como en sofrito, hervidos o al horno.“My Little Livestock” está en el proceso de desarrollo de producto y esperan poder introducirse en el mercado próximamente. Mientras tanto, su objetivo principal es generar educación. Paula y su esposo hacen talleres para colegios, centros y jardines comunitarios donde la gente ya está interesada en producir sus propios vegetales, allí tratan de ir un paso más allá y enseñarles a producir sus propios insectos.
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En Australia el consumo de insectos está actualmente autorizado por las autoridades sanitarias y ya hay empresas que los comercializan. Se permite la distribución y venta del gusano de la harina amarillo, el gusano de la harina gigante y del grillo doméstico.
Paula González ve posibilidades de encontrar demanda en el mercado. “Se trata de vencer el miedo e ir adelante con los nuevos tiempos”.
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¿Reemplazarías las carnes por insectos?
SBS Spanish
26/12/201811:41
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